Archivo de la categoría ‘Mitos y Leyendas’

Alimentación infantil: Mitos y Leyendas

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La alimentación infantil es uno de los aspectos del cuidado de un hijo que más comederos de cabeza genera a los que somos padres. Y aunque las recomendaciones sobre qué deben comer los niños son claras y sencillas, como deja claro el documento más reciente sobre este tema de la Asociación Española de Pediatría, a día de hoy todavía son muchos los mitos y leyendas que abundan en el imaginario colectivo y que hacen que tengamos creencias equivocadas sobre qué es lo mejor para nuestros hijos.

En el post de hoy retomamos una de nuestras secciones más apreciadas por nuestros lectores, Mitos y Leyendas, para que conozcáis de primera mano si esas creencias son verdaderas o falsas.

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Niños y verano: mitos y leyendas

Fuente: Unsplash

La llegada del buen tiempo es momento de alegría para los que somos padres y madres. Por fin quedaron atrás las interminables tardes de invierno en las que se hacía de noche muy pronto o los días de lluvia en los que salir a la calle con niños pequeños era aventurarse a volver a casa calados hasta los huesos y llenos de barro hasta las orejas… ¡Por fin podemos estar en la calle hasta la hora de los baños y las cenas! ¡Por fin los niños pueden correr a sus anchas todo el tiempo que quieran! ¡Por fin abren las piscinas!

Pero como todo en está vida, la cultura popular esta llena de mitos y leyendas acerca de la salud de los niños que durante el verano vuelven a salir a la palestra y no es raro que la tía Maripepa nos diga cosas como que no hace falta que le echemos tanta crema al niño que ya está morenito o nos llegue por el Whastapp de la clase del niño una publicación en la que se asegura que como en verano hay mucho sol podemos dejar de dar la vitamina D a nuestro hijo menor de un año.

En esta publicación repasamos los mitos y leyendas más importantes que debéis de conocer para que durante estos meses de buen tiempo no caigáis en falsas ideas que pueden tener trascendencia en la salud de vuestros hijos.

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Desarrollo neurológico infantil: mitos y leyendas

Bebe presión palmar

Fuente: GTRES

Aunque nos ha llevado nuestro tiempo decidirnos a escribirlo, aquí os traemos uno de los post más demandados por nuestros lectores. Nos habíamos resistido a escribir una entrada sobre neurodesarrollo infantil porque no nos gustan las típicas listas de hitos del desarrollo que un niño de tal o cuál edad debe cumplir en un momento determinado, ya que no se adaptan a la realidad de cada niño y podrían llevar a errores en la interpretación que hicieran unos padres concretos, con la consecuente preocupación excesiva, y seguramente innecesaria, en la mayoría de los casos.

Así que para evitar hacer listas, se nos ha ocurrido escribir esta entrada desde un punto de vista diferente, pero sin perder nuestra seña de identidad: un mitos y leyendas sobre desarrollo psicomotor de los niños. Aquí encontraréis información muy útil sobre los aspectos más importantes del apasionante desarrollo neurológico infantil que, aunque ocurre a lo largo de toda la infancia,  fundamentalmente, y de forma crítica, lo hace durante los primeros dos años de vida.

Pero antes de meternos en faena, dos aclaraciones previas que creemos muy importantes:

  • En primer lugar, el neurodesarrollo que se produce en estos primeros años de vida se realiza de forma progresiva, global y longitudinal. Es decir, nada ocurre en un momento concreto, de un día para otro, sino que lo hace a lo largo del tiempo y hasta la edad adulta. Por ello, es muy importante vigilar el desarrollo neurológico hasta que se completa el crecimiento del niño. El fin será un adulto autónomo en el ámbito físico, pero también en el emocional.
  • Y en segundo lugar, y no menos importante, el desarrollo neurológico ocurre en áreas motoras, afectivas y cognitivas; es decir, un niño tiene que desarrollar por igual las capacidades motoras (gatear, correr, dibujar…), las cognitivas (hablar, comprender, aprender a leer, sumar…) y las emocionales (extrañar a sus seres queridos, reconocer sus figuras de apego, jugar con iguales, socializar…).

Y teniendo estas dos cosas en mente, veamos que hay de cierto y de falso en esas creencias populares tan arraigadas en la cultura popular.

1. Todos los bebés sonríen cumplido el mes de vida. FALSO

Aunque la realidad es que en torno a las 4 semanas de vida los bebés inician lo que los pediatras llamamos sonrisa social, es decir, sonríen como respuesta a la sonrisa de sus conocidos (por ejemplo, cuando su mamá se acerca y le sonríe), algunos lo harán antes y otros después, con un límite de normalidad para iniciar esta sonrisa de hasta los 2 meses de vida.

2. En las revisiones del pediatra con un simple vistazo se puede valorar cuál es el desarrollo neurológico del bebé. VERDADERO (y falso)

Muchas de las valoraciones que realizamos los pediatras en relación al desarrollo neurológico precisan solamente de una observación indirecta, tranquila y minuciosa de la actitud y comportamiento de los niños, sin que sea necesaria una exploración exhaustiva en cada visita. Además de esta mera observación, cuando algo nos llama la atención, será necesario tocar y explorar al bebé, por ejemplo, si necesitamos ver la fuerza o el tono de los músculos que tiene o valorar cómo son los reflejos primitivos.

3. Los niños nacidos prematuros tardan más en realizar los hitos del desarrollo. FALSO

Los bebés prematuros llegan a los hitos del desarrollo a la misma edad que los bebés que no son prematuros si tenemos en cuenta su edad gestacional corregida. Es decir, realizarán esos hitos cuando les toca, lo que implica más tiempo desde que nacieron, pero porque nacieron antes de tiempo. Esto quiere decir que, por ejemplo, un niño prematuro de 32 semanas (unos 7 meses de embarazo), a los 2 meses de vida desde el nacimiento, en realidad es como si acabara de nacer para un bebé a término, por lo que cabe esperar que con estos dos meses realice los hitos del desarrollo de un recién nacido no prematuro y no los de un bebé de 2 meses de edad.

4. Si mi bebé no sostiene bien la cabeza con 3 meses debo consultar con el pediatra. VERDADERO

Se considera que todos los niños a esta edad deben tener un buen sostén cefálico, es decir, que cuando están erguidos no precisan de ayuda para mantener la cabeza en línea con el eje del cuerpo. El hecho de que no esté presente a esta edad nos puede indicar la existencia de algún problema, como la hipotonía, y requieren valoración especializada e inicio de tratamiento precoz.

5. Es normal que el bebé mantenga las manos cerradas en los primeros 3 meses de vida y reaccione cerrando el puño cuando algo se le acerca a la mano. VERDADERO

Esto se conoce como reflejo de presión palmar y está presente en todos los niños al nacimiento, pero debe desaparecer durante los primeros meses de vida, en general en torno a los 3 meses.  Su persistencia se considera un signo de alarma que puede indicar hipertonía, muy característico de los niños con Parálisis Cerebral Infantil (PCI). Además, hacia los 5-6 meses deben ser capaces de coger cosas de forma voluntaria, es decir, agarrar objetos que tienen a su alcance, como por ejemplo un mordedor que se les ofrece.

6. Todos los bebés balbucean a los 6 meses. FALSO

El inicio del balbuceo no imitativo con sonidos de vocales suele producirse hacia los 3-4 meses de edad. Un poco más tarde, a partir de los 6-7 meses inician el balbuceo imitativo (repiten lo que dice su papá o su mamá, como por ejemplo pa-pa-pa o ma-ma-ma-ma). La ausencia de este parloteo imitativo a los 12 meses de edad se considera un signo de alarma en el desarrollo de la comunicación y el lenguaje.

7. La mayor parte de los bebés consiguen mantenerse sentados de forma estable a la edad de 7 meses. VERDADERO

La sedestación pasiva, es decir, que un bebé se mantengan estable al colocarlo sentado suele estar presente hacia los 6-7 meses. Este hito del desarrollo resulta muy útil, por ejemplo, para que empiecen a alimentarse con trozos por ellos mismos. Algunos niños podrían tardar algo más en mantenerse sentados, considerando como signo de alerta que no lo hagan a la edad de 9 meses. La sedestación activa, cuando el bebé consigue ponerse sentado por sí mismo, ocurre más adelante, hacia los 9-10 meses, generalmente desde una postura de boca abajo a sentado.

8. Si mi pediatra dice que todo es normal sin valorar bien a mi bebé, pero yo veo que algo no va bien debo esperar. FALSO

Cuando un padre manifiesta que le preocupa algún aspecto del desarrollo neurológico de su bebé es importante que el pediatra realice una exploración minuciosa y que los padres confíen en las conclusiones de esa valoración. Sin embargo, ante la ausencia de esa valoración minuciosa y, sobre todo, si ésta no se ha realizado, nunca está de más buscar un profesional que pueda valorar a vuestro hijo (otro pediatra, un neuropediatra, un fisioterapeuta infantil o un logopeda infantil según sea el motivo de consulta que nos preocupe).

9. Puedo saber si mi hijo va a ser diestro o zurdo antes de los 2 años de edad. FALSO

Hasta los 2 años de edad el cerebro no empieza a tener una preferencia en el uso de una mano u otra. A partir de aquí se puede empezar a intuir qué mano utiliza un niño con más destreza, pero no será hasta los 5 años cuando realmente se defina sin son diestros o zurdos. Si desde los primeros meses de vida observáis que vuestro bebé usa preferentemente una de las manos debéis consultar sin demora con el pediatra.

10. Todos los bebés gatean antes de empezar a caminar. FALSO

Aunque la realidad es que la mayoría de los niños gatean -o realizan algún equivalente, como el arrastre- hasta el 18% de los niños son capaces de saltarse la etapa de gateo y pasar directamente a la bipedestación y marcha liberada, es decir, ponerse de pie y echar a andar. Esta bipedestación normalmente aparece hacia los 12 meses de edad.

11. Es normal que el bebé llore cuando se queda con personas que no conoce a partir de cierta edad. VERDADERO

Esto se conoce como ansiedad de separación y se produce porque el bebé reconoce cuál es su figura de apego y se muestra en desacuerdo con el hecho de separarse de ella. Si a partir de los 9-12 meses no aparece este tipo de respuesta cuando la figura de apego desaparece, por ejemplo, cuando un niño de esta edad muestra indiferencia cuando su madre o su padre le dejan a cargo con una persona ajena al entorno familiar o con un cuidador con el que el bebé todavía no está familiarizado, se considera un signo de alarma en el desarrollo de la esfera social y afectiva. En estos niños es importante valorar otros aspectos en esta esfera del desarrollo como son el interés en el entorno y en las personas que rodean al niño, la fijación de la mirada con el adulto cuando le habla, la respuesta a su nombre o la ausencia de juego simbólico a los 3 años de edad. Todos estos son signos que si aparecen podrían sugerir la existencia de un Trastorno del Espectro Autista (TEA).

12. Cuando existe alguna alteración en el desarrollo psicomotor infantil, lo más importante para mejorar el pronóstico es realizar atención temprana, sea cual sea la esfera del desarrollo afectada. VERDADERO

Y este es el mensaje con el que de verdad queremos que os quedéis tras leer este post. La mayoría de los niños con factores de riesgo de presentar un retraso psicomotor, es decir, aquellos niños en los que por sus condiciones es esperable que presenten cierto grado de retraso psicomotor, por ejemplo, los recién nacidos prematuros, los que presentan lesiones cerebrales, los niños con diagnóstico de enfermedades genéticas o metabólicas, suelen iniciar apoyo y seguimiento muy estrecho desde el diagnóstico de su enfermedad, incluso desde el mismo nacimiento. Se sabe que el pronóstico neurológico de estos niños mejora cuanto más precoz sea el tratamiento rehabilitador con estimulación, fisioterapia, logopedia, terapia ocupacional, y que lo realizan de forma exquisita en los Centros de Atención Temprana.

El problema aparece cuando, a pesar de no tener un diagnóstico previo, un niño cualquiera comienza a presentar signos de alerta, como los que os acabamos de contar en este post. Esos signos de alarma deben poner en alerta a los pediatras, pero también a los padres, ya que es muy importante detectarlos de forma precoz para empezar a estudiar el origen de esa alteración, pero también a intervenir con tratamiento en Atención Temprana, con el objetivo principal de minimizar las secuelas y conseguir el mejor pronóstico neurológico posible para la vida futura de estos niños, incluso aunque todavía no se haya puesto nombre a lo que le pasa al niño.


En definitiva, en estas líneas hemos intentado resumir cuáles son los puntos del desarrollo neurológico de los bebés que a nuestro parecer son útiles que los padres conozcan, aunque somos conscientes de que nos dejamos muchas cosas en el tintero. Sinceramente, creemos que es mejor que los padres conozcáis cuales son los signos de alerta que deben hacer saltar las alarmas, más que que tengáis pegada en la nevera una lista con cosas que vuestro hijo debe hacer a tal edad y que, muy probablemente, no cumplan con los tiempos establecidos.

Si os ha interesado el tema del neurodesarollo infantil, os recomendamos otras dos entradas que tenemos escritas y que abordan el desarrollo del lenguaje y de la marcha en los niños, que completan muy bien mucha de la información respecto a este apasionante mundo del neurodesarrollo.

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

Si te ha gustado lo que has leído, hemos publicado un libro con explicaciones sencillas y amenas sobre las cuestiones de salud más importantes de la infancia. Podéis adquirirlo en puntos de venta habituales o a través de los siguientes enlaces:

Y ya por último, os animaos a ver este directo de Instagram en el que participó Elena junto a Belén, fisioterapeuta de Little by Little (seguro que ya la conocéis por su perfil @littlebylittlefisioterapia) en el que abordaron el tema del desarrollo psicomotor.

 

El estreñimiento en los niños: mitos y leyendas

El estreñimiento supone un motivo muy habitual de consulta, tanto, que afecta a 1 de cada 10 niños. Y, aunque no suele ser síntoma de ninguna enfermad grave, genera mucha preocupación y ansiedad tanto a los niños que los sufren como a sus padres. Como suele ser habitual con «patologías» de este estilo, la sabiduría popular ha ido construyendo mitos y leyendas alrededor de esta condición, muchos de ellos equivocados o erróneos.

En el siguiente post os contamos en qué consiste el estreñimiento y cómo podéis tratarlo, a través de sus mitos y leyendas. ¡Esperamos que os resulte útil!

1. Si a mi bebé le cuesta hacer caca es SIEMPRE estreñimiento. FALSO

Una entidad poco conocida por los padres de niños de pocas semanas o meses de vida es la disquecia del lactante. En ella podemos ver a un bebé que intenta hacer caca con esfuerzo y enrojecimiento facial, incluso con llanto y quejido -como si le molestara al hacerlo- durante unos minutos, finalizando normalmente con una deposición blanda de características normales. Esto ocurre porque el esfínter anal no se relaja y, por eso, al lactante le cuesta hacer sus deposiciones. Es un trastorno funcional del aparato digestivo de los más pequeños que suele resolverse solo con el tiempo y sin necesidad de tratamiento, normalmente al cabo de varios meses. Por ello, no está recomendado ni la estimulación rectal ni el uso crónico de laxantes para ayudar al bebé a hacer caca. Se diferencia del estreñimiento real en que las deposiciones no son duras.

2. Si mi hijo hace caca cada varios días es que tiene estreñimiento. FALSO

El estreñimiento consiste en la baja frecuencia en la deposición (dos o menos a la semana) acompañado de dolor al hacer caca y acompañado de deposiciones duras o muy voluminosas o historia de retención fecal excesiva. Por tanto, si el niño va al baño cada 2-3 días pero cuando hace deposición es de consistencia normal y lo hace sin dolor no se considera estreñimiento. Estos niños simplemente necesitan acudir al baño menos frecuentemente para mantener su hábito intestinal normal.

3. El estreñimiento aparece más frecuentemente en los niños alimentados con fórmula artificial que aquellos que toman pecho. VERDADERO

Como ya os hemos contado en otras ocasiones en la sección Consejos de Lactancia Materna, uno de los beneficios bien conocidos de la lactancia materna es que evita el estreñimiento cuando lo comparamos con los niños alimentados con fórmula. Esto se debe a que el ácido palmítico, un ácido graso presente de forma natural en la leche materna, está esterificado en su mayor parte en posición beta mientras que en las leches de fórmula lo hace, en la mayoría de las ocasiones, en posición alfa. Esto provoca la formación de jabones y sales de calcio con el consecuente endurecimiento de las heces.

4. La causa más frecuente de estreñimiento es el consumo de una dieta con poca fruta y verdura. VERDADERO

No es raro ver a niños al iniciar la alimentación complementaria como les cuesta mucho hacer caca y cuando la hacen es dura cuando antes, cuando solo se alimentaban con leche (ya sea materna o artificial), no tenían problemas para hacer deposición. Normalmente se debe al cambio en el tipo de la alimentación. Si se hace hace hincapié en el aumento de consumo de fibra en la dieta así como de agua (sobre todo en los niños que solo toman leche cuando la madre está presente) suele solucionarse sin ningún problema. Si aún mejorando los hábitos dietéticos persiste el estreñimiento, el pediatra valorará la necesidad de usar algún tipo de laxante.

5. El estreñimiento no es síntoma de ninguna enfermedad. FALSO

La gran mayoría de las veces el estreñimiento es de causa funcional, es decir, se produce en un niño sano sin que haya una enfermedad que lo justifique. Este tipo de estreñimiento mejora al llevar a cabo una serie de medidas dietéticas y mejorando los hábitos a la hora de ir al baño. Sin embargo, en algunas ocasiones, el estreñimiento puede deberse a una enfermedad orgánica y requiere estudio por parte del pediatra, sobre todo cuando no mejora a pesar de implementar estos hábitos o se asocia a otras situaciones (como el retraso en la eliminación del meconio del recién nacido (1ª caquita del bebé) más allá de las primeras 48 horas de vida o haber presentado episodios de obstrucción intestinal que han requerido el uso de enemas de desimpactación o pautas agresivas con laxante). Enfermedades que condicionan este tipo de estreñimiento son, por ejemplo, las enfermedades neurológicas (como la parálisis cerebral), el hipotiroidismo o la celiaquía.

6. En los niños en los que se está retirando el pañal y presenta pérdidas de orina frecuentes, pueden deberse a estreñimiento. VERDADERO 

Una de las cosas que hacen los niños a los que se les está retirando el pañal y tienen estreñimiento es presentar lo que los pediatras llamamos un «habito retentivo», es decir, aguantarse las ganas de hacer deposición aunque el cuerpo les diga que ha llegado el momento de ir al baño. Para conseguirlo, tienen que hacer fuerza con los músculos del suelo pélvico y la tripa y eso, en ocasiones, genera tensión en la vejiga provocando que se les escape el pis. Es importante tener esto en cuenta para hacer un diagnóstico acertado ya que debemos diferenciarlo de las infecciones de orina, las cuales presentan una clínica similar.

7. En los niños mayores a los que se les escapa la caca, puede deberse a estreñimiento. VERDADERO

Como en el caso anterior, el hábito retentivo de algunos niños da lugar a lo que se conoce como «encopresis». Esta entidad se caracteriza por la evacuación involuntaria de heces, ya sean éstas blandas o duras, muchas de las veces manchando la ropa interior. Esto ocurre porque ese hábito no es capaz de «sujetar» todas las heces en el recto y acaban saliendo por rebosamiento a través del ano. Es muy importante que los padres entiendan que esta entidad es un equivalente del estreñimiento y que mejorará con medidas higiénicas y, en muchos casos, con laxantes.

8. Si mi hijo está estreñido, lo mejor que puedo hacer es usar un enema para que haga caca o estimularle el ano. FALSO

Para el manejo del estreñimiento, lo más importante son las pautas en la hábito conductual, es decir, que el niño vaya al baño con frecuencia (por ejemplo sentarse en el wáter en el mismo horario todos los días) y una dieta con abundante agua, fruta y verdura. Además, debemos evitar que cuando el niño se siente en el baño al hacer caca le duela, ya que eso podría potenciar más un habito intestinal retentivo. De forma similar, cualquier tratamiento para paliar el estreñimiento que implique dolor o incomodidad, puede empeorar este hábito. Por ello, el uso de supositorios o enemas, debido a que son incómdos y desagradables para los niños, los reservaremos solo para los casos en los que exista una retención fecal excesiva con dolor, y siempre tras ser pautados por el pediatra.

9. Utilizar laxantes en los niños siempre que sea necesario no es un problema. VERDADERO

Como ya hemos dicho, una parte importante del cuidado del niño con estreñimiento incluye que vaya al baño de forma habitual sin que ésta sea una experiencia desagradable. Por ello, cuando el estreñimiento no mejora con dieta, el pediatra indicará el empleo de laxantes como primera opción. Se trata de fármacos muy efectivos que ayudan al niño a realizar deposiciones más blandas y pequeñas mejorando los síntomas asociados al estreñimiento como el dolor y “el miedo a hacer caca”. Además, son fármacos muy seguros ya que tienen poca o nada absorción intestinal (es decir toda su función la van a realizar solo en el intestino). El empleo de laxantes puede prolongarse durante meses ya que, en ocasiones, el niño tiene miedo a que le duela por lo que evita ir al baño y, consecuentemente, la deposición se hará más grande y más dura… creando un círculo vicioso que perpetúa y empeora el estreñimiento.


Como veis, hay muchos mitos y leyendas alrededor de este tema. En general serán episodios de estreñimiento funcional que se resolverán mejorando ciertos hábitos de vida. Es muy importante actuar a tiempo ya que estreñimientos de larga evolución en los niños pueden afectar a su vida y repercutir en su entorno social.

La fiebre: mitos y leyendas

Termómetro

Fuente: Pixabay

La fiebre es un motivo de consulta muy frecuente por el que los padres acuden al pediatra. En ocasiones se acompaña de otros síntomas como mocos, tos y diarrea y en otras, simplemente, el niño tiene fiebre sin que sepamos cuál es el origen.

Ya sea por un motivo o por otro, muchos padres suelen tener miedo cuando sus hijos tiene fiebre ya que, aunque en la gran mayoría de las ocasiones se debe a un proceso banal, creen que están en peligro y que algo malo les puede pasar.

Teniendo todo esto en cuenta, la fiebre es campo abonado para que en la cultura popular existan una serie de mitos y leyendas que hacen pensar a los padres que la fiebre es mala, pero nada más lejos de la realidad. Esperamos que este post sirva para que conozcas mejor en qué consiste este síntoma y aprendas a manejarlo en tus hijos de forma adecuada.

1. Mi hijo es de temperatura baja, con 37°C ya tiene fiebre. FALSO

La fiebre se define como una elevación de la temperatura corporal por encima de 38ºC. Cuando la temperatura se sitúa entre 37 y 38ºC lo llamamos febrícula. Esto es así para todas las personas. Da igual que tu hijo suela estar en 35,8ºC o 36,8ºC, la fiebre siempre se considera cuando la temperatura se eleva más allá de 38ºC.

2. La fiebre es mala. FALSO

La fiebre no es mala ni buena, simplemente es un síntoma que aparece en el contexto de una infección. Es el resultado de la secreción de unas moléculas llamadas interleukinas que dan la orden al cerebro de incrementar la temperatura corporal. Esto ocurre como parte del proceso inflamatorio normal que acontece cuando nuestro cuerpo intenta defenderse de una infección.

3. La fiebre hay que bajarla a toda costa. FALSO

La fiebre suele acompañarse de malestar general e irritabilidad ya que la elevación de la temperatura corporal da lugar a otros síntomas como aumento de la frecuencia cardiaca, elevación de la frecuencia respiratoria, dolor de cabeza, sudoración… Esos síntomas asociados a la fiebre que provocan que un niño se encuentre incómodo deben ser el objetivo del antitérmico ya que lo que debe marcar su indicación es el estado general del niño y no su grado de temperatura. En este sentido, si tu hijo tiene fiebre pero se encuentra bien puedes esperar antes de administrarle algo para la fiebre.

4. La fiebre hace daño al cerebro. FALSO

La única fiebre que puede hacer daño al cerebro es aquella que se eleva por encima de los 42,5ºC, temperatura por encima de la cual se desnaturalizan las proteínas. ¿Conoces a alguien que haya alcanzado esa temperatura?, seguro que no porque es algo treméndamente excepcional. La fiebre normal, la que tienen todos los niños cuando tienen un catarro o una diarrea no hace daño al cerebro, así que tranquilos.

5. La fiebre hay que bajarla para que los niños no convulsionen. FALSO

Las convulsiones febriles son una de las grandes preocupaciones de los padres cuando tienen niños por debajo de los 6 años de edad. Estas convulsiones ocurren en un pequeño porcentaje de niños cuando su temperatura corporal cambia. De hecho, pueden ocurrir también cuando baja la temperatura por lo que no hay que empeñarse en devolver al niño a los 36°C.

6. Siempre que un niño tiene fiebre «hay infección» y hay que dar antibiótico. FALSO

Las infecciones son aquellas enfermedades provocadas por microorganismo, ya sean virus o bacterias. En todas las infecciones puede aparecer la fiebre como síntoma pero esto no debe marcar la necesidad o no de iniciar un tratamiento antibiótico.

 7. Si un niño tiene fiebre, cuanto antes lo vea el pediatra, mejor que mejor. FALSO

La valoración de un niño con fiebre debe estar guiada por otros síntomas distintos a la fiebre, como son el estado general, la dificultad respiratoria, los vómitos persistente, las manchitas en la piel… De hecho, los niños pueden tener fiebre los 2-3 primeros días de una infección sin que sepamos de donde viene, por ello, y siempre que el niño no se encuentre mal, preferimos verle pasadas al menos 48 horas del inicio del proceso febril.

8. Cuanta más alta es la fiebre, más probabilidades hay de que necesite antibiótico. FALSO (a medias)

Cierto es que las enfermedades provocadas por bacterias en general (las que necesitan antibiótico) suelen provocar fiebres más altas que las provocadas por virus. Sin embargo, las enfermedades víricas son mucho más frecuentes lo que hace mucho más probable que ante una fiebre «alta», ésta esté provocada por un virus. El mejor ejemplo es el de la gripe, paradigma de las infecciones por virus, la cual suele provocar un cuadro clínico de fiebre alta de una semana de duración.

9. Para bajar la fiebre, lo mejor es alternar antitérmicos. FALSO

La alternancia de antitérmicos no está recomendada ya que no ha demostrado que el control de la fiebre sea mejor ni la infección se cure antes. Además, el estado general debe ser el que guíe la administración de estos fármacos y no el número que marca el termómetro. En el caso de que tu hijo siga con fiebre después de un jarabe pero se encuentre bien, puedes esperar sin embutirle otra medicina.

10. Si un niño tiene fiebre, hay que darle un baño de agua fría para que le baje. FALSO

Las medidas físicas para bajar la fiebre, como los baños de agua fría o las friegas con compresas, no están recomendadas ya que no han demostrado que el control de la fiebre sea mejor y además suelen generar disconfort en el niño. Sin embargo, quitarle algo de ropa y mantenerle en un ambiente tranquilo pueden ayudar a que mejore su estado general.

11. Los niños con fiebre no deben ir al colegio. VERDADERO

La fiebre no es un síntoma que esté catalogado como de «exclusión escolar», sin embargo, el momento en el que un niño suele contagiar más a sus compañeros de una infección es en el momento del inicio de la fiebre por lo que es muy recomendable que se quede en casa mientras remite la misma. Además, ningún niño con fiebre suele querer ir al colegio porque se encuentra mal, por lo que es más recomendable que se quede en casa descansando.

12. Tengo que poner el termómetro a mi hijo constantemente para saber si le baja la fiebre. FALSO

Siguiendo el principio de que lo realmente importante es el estado general del niño y su disconfort, no tiene sentido estar midiendo la fiebre cada cierto tiempo para ver si le baja tras la administración del antitérmico. Es más importante vigilar si el niño comienza a jugar, quiere comer o se espabila. Además, hay que recordar que la acción máxima de los antitérmicos ocurre a las 3-4 horas de su administración.

13. La salida de los dientes provoca fiebre. FALSO

Pese a la creencia popular de que la salida de los dientes provoca fiebre, no existe ningún estudio de suficiente calidad que haya demostrado que esta asociación sea cierta. Muchos padres afirman que cada vez que a sus hijos les salen los dientes coincide con un proceso febril, sin embargo, estos suelen coinicidir con procesos infecciosos concomitantes lo que da la falsa creencia de que la fiebre está provocada por los dientes.


Una de las cosas que más me gusta decir a mis pacientes cuando acuden a verme es que prefiero que me lo traigan cuando tiene solo 38ºC pero se encuentra muy decaído a que acudan con 40ºC pero el niño esté pegando botes en el salón. Creo que esta comparación refleja muy bien cómo debería actuar un padre ante la fiebre: paciencia y observar antes el estado general del niño que el número que marque el termómetro.

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

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Además, en septiembre de 2021 echó a rodar «Sin Cita Previa», un podcast del que somos presentadores y que seguro que también te pude gustar. Puedes escucharlo en:

Os dejamos por aquí unas recomendaciones sobre la fiebre de la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (link).

Las Vacunas: mitos y leyendas

Que las vacunas son uno de los grandes avances de la medicina del siglo XX no debería ponerse en duda. Gracias a ellas, la salud de las persona es mejor ya que con ellas se evita que millones de personas caigan enfermas por enfermedades contagiosas y con ello se han salvado millones de vidas. Solo con esta información debería bastar para que dijeras: «Pues es verdad, lo que debo hacer es vacunar a mis hijos». Sin embargo, las cosas no son tan fáciles y sigue habiendo personas que dudan de la eficacia y seguridad de las vacunas.

Si estás leyendo este texto estarás en uno de los siguientes grupos de padres según tu opinión respecto a las vacunas. El primero de ellos englobaría a aquellos padres que vacunan a sus hijos sin que tengan dudas respecto a que las vacunas son buenas y seguras. Otro grupo estaría formado por aquellos que dudan sobre la seguridad y la eficacia de este tipo de tratamiento preventivo pero que buscan información que les haga seguir confiando en ellas. Y por último, podrías pertenecer al grupo que en la actualidad se denomina «antivacunas» y que han decidido no vacunarse ni ellos ni a sus hijos.

Este último grupo de padres basa sus decisiones en informaciones que han leído en algún sitio que carece de evidencia científica. Existen mitos y leyendas creados alrededor de las vacunas que han «convencido» a los que los leyeron para dejar de confiar en ellas. El problema ocurre cuando un padre toma la decisión de no vacunar a sus hijos, ya que está tomando una decisión terrible. En primer lugar, le está privando del beneficio de las vacunas, es decir, del beneficio de la protección contra enfermedades de las que podría contagiarse y por tanto, está exponiendo a sus hijos a las complicaciones de las mismas (entre ellas, la muerte). Y en segundo lugar, expone a otros niños que no pueden vacunarse a padecer esas enfermedades, como son los niños con las defensas bajas -como por ejemplo los niños con cáncer- o los más pequeños que todavía no han podido vacunarse. Quizá pensarás que no son muchos los que están en este grupo de «antivacunas» pero se estima que en España, 1 de cada 30 padres decide no vacunar a sus hijos, lo que representa aproximadamente 1 niño en cada clase de un colegio.

En este post repasaremos los mitos y leyendas más habituales sobre las vacunas con la intención de que aquellos padres que nos leen se convenzan de que vacunar a su hijos es la mejor opción que pueden tomar.

1. Yo no vacuno a mi hijo porque en el Siglo XXI ya no hay tantas enfermedades como antes y ya no merece la pena vacunarse. FALSO

Este es un mito muy extendido. Cierto es que vivimos en una época y en una parte del mundo en donde las condiciones higiénicas y sanitarias han mejorado espectacularmente en los últimos 100 años. Pero uno de los motivos por los que hemos llegado a este punto son las vacunas. De hecho hay enfermedades erradicadas gracias  a las vacunas, como la viruela, y otras que ya se han convertido en raras como la varicela y el sarampión. Sin embargo, si dejamos de vacunar a nuestros hijos, esas enfermedades que ahora te suenan raras o desaparecidas volverán, y con ellas las complicaciones y las muertes que acarrean.

2. Es mejor contagiarse de una enfermedad y pasarla que protegerte contra ella con una vacuna. FALSO

Cierto es que algunas de las enfermedades contra las que existe una vacuna pueden ser banales (gripe, varicela, rubeola…), lo que genera la falsa creencia de que es mejor contagiarse y «pasarla» para que así la inmunidad que se adquiere sea «natural», pero hay que saber que estas enfermedades no están exentas de complicaciones, entre ellas, la muerte. Es preferible vacunarse que «pasar» la enfermedad y exponerse a riegos innecesarios.

3. Los efectos secundarios de las vacunas son muy frecuentes y peligrosos. FALSO

Como todo en medicina, las vacunas pueden tener efectos secundarios, que en general son leves y autolimitados, como por ejemplo fiebre y enrojecimiento en la zona de punción. Pese a todo son preferibles estos efectos secundarios que las enfermedades y sus complicaciones contra las que nos protegen las vacunas.

4. Las vacunas causan autismo. FALSO

Este es quizá el mito más extendido y en el que se basan la gran mayoría de los argumento de la gente que no quiere poner a sus hijos vacunas. Los estudios del Dr. Wakenfild, médico que desarrolló la supuesta teoría del autismo y las vacunas, fueron una farsa que le valió la retirada de su licencia médica. No existe ningún estudio que haya demostrado tal asociación. Puedes leer más sobre el origen de este bulo en la pagina de la Confederación Autismo España.

5. Yo no vacuno a mis hijos porque las vacunas contienen mercurio. FALSO

Algunas vacunas contienen Tiomersal, un compuesto que contiene etilmercurio y que funciona como conservante de algunas vacunas como la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP), la hepatitis B, la rabia, la gripe y las infecciones por Haemophilus influenzae de tipo b (Hib) y meningococos. Sin embargo, la cantidad de mercurio que contienen es tan escasa que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no considera que sean una fuente suficiente de mercurio como para que sea peligroso. Puedes leer más sobre el tema en este documento de la OMS.

6. Puede que los efectos secundarios de las vacunas a corto plazo sean leves, pero sus efectos a largo plazo son graves y, algunos de ellos, desconocidos. Incluso puedes morir por vacunarte. FALSO

Como sucede con todos los medicamentos, las vacunas han superado rigurosos controles de seguridad a través de numerosisimos ensayos clínicos para conocer si son seguras o no. Todas las vacunas que se administran en la actualidad son seguras y sus efectos secundarios a largo plazo son excepcionales. De hecho, son tan excepcionales que es más probable una complicación por una de estas enfermedades que uno de esos efectos secundarios.

7. Si vacuno a mi hijo de varias cosas a la vez estoy sobrecargando su sistema inmunitario, y eso no es bueno. FALSO

Si los calendarios vacunales infantiles proponen que se vacune a los niños de varias cosas  la vez es porque está demostrado que de esta forma son eficaces. Esto significa que  hay estudios previos que ya han comprobado que esa combinación es segura y posible.

8. Combinar la vacuna de la difteria, tétanos y tosferina con la de la poliomielitis aumenta la probabilidad del Síndrome de Muerte Súbita del Lactante. FALSO

De hecho, lo que está demostrado es que la vacunación de los niños se encuentra entre los factores protectores que disminuyen la probabilidad de Muerte Súbita del Lactante. Otro de los grandes beneficios de que vacunéis a vuestros hijos.

9. Las vacunas no son necesarias y solo enriquecen a la industria farmacéutica. FALSO

Es evidente que las vacunas cuestan dinero (a los gobiernos que las compran para vacunar a la población o a los padres que deciden administrar vacunas no financiadas a sus hijos) y esto supone una gran cantidad de dinero que va directa a las empresas que fabrican estas vacunas. Es una relación difícil de explicar ya que como en todo en lo que existe una relación económica de por medio hay muchos intereses. Sin embargo, las vacunas no están diseñadas para enriquecer exclusivamente a la industria farmacéutica ya que los beneficios de la vacunación son claros y evidentes para aquellas personas que las reciben.

10. Cada vez que mi pediatra me manda una vacuna no financiada se lleva un porcentaje de comisión de lo que cuesta. FALSO

Los pediatras que estamos al pie del cañón realizando recomendaciones a los padres de los niños que atendemos, lo hacemos con la clara convicción de que lo mejor para sus hijos es que se vacunen. Nosotros no cobramos un extra por lo que recetamos, ya sean vacunas o medicamentos. Esos intereses oscuros son inexistentes y, en muchos casos, la excusa para no vacunar a un niño.


Si tienes dudas sobre las vacunas de tus hijos o sobre las vacunas en general te recomendamos la página del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría, puedes entrar en este link.

Crisis asmática: mitos y leyendas

Las crisis asmáticas son episodios de dificultad respiratoria por disminución en el tamaño de los bronquios en las que los pediatras oímos sibilancias o «pitos» con el fonendoscopio. Lo que ocurre es que el bronquio se vuelve más estrecho. Suelen ocurrir en niños con asma, aunque no es imprescindible tener esta enfermedad para presentarlos (y en estos se llaman crisis de broncoespasmo).

Actualmente se calcula que la mitad de los niños presenta en algún momento de su vida un cuadro de este tipo. Que sea tan habitual y que prácticamente en todas las familias haya algún niño que los padezca ha dado lugar a que los padres tomen como verdaderas ciertas afirmaciones que les puede haber hecho un cuñado o la madre de un amiguito del parque sin que realmente lo sean.

Hoy, en nuestra sección de Mitos y Leyendas, repasaremos qué son las crisis asmáticas para que conozcáis de primera mano en qué consiste esta patología.

1. Si mi hijo tiene una crisis asmática es que es alérgico. FALSO

Como hemos dicho, las crisis asmáticas o de broncoespasmo son episodios de dificultad respiratoria en los que se produce un estrechamiento de los bronquios. Para presentar un episodio de este tipo se necesita una combinación de factores que podríamos resumir en dos grupos. Por un lado una susceptibilidad personal, es decir estar predispuesto para ello, y por otro, un estímulo externo. Ese estímulo puede ser tan variado como el frío, una alergia a un polen o una infección respiratoria vírica. Éstas últimas son la causa más frecuente en niños, entorno al 80% de los casos.

2. Si mi hijo tiene una crisis asmática es que de mayor será asmático. FALSO

Como ya hemos dicho, las crisis asmáticas/crisis de broncoespasmo son típicas de niños con asma. Ésta es la enfermedad crónica más habitual en los niños y se caracteriza porque el niño tiene una tendencia a padecer crisis de broncoespasmo. Puede ocurrir que un niño tenga de forma esporádica uno o dos episodios en la época de lactante sin que presente más el resto de su vida. Al final será la susceptibilidad individual (lo que esté predispuesto cada uno) y el tiempo los que nos sacarán de dudas.

3. Si mi hijo no tiene tos no puede tener una crisis asmática. FALSO

La tos es un síntoma frecuente de cualquier enfermedad respiratoria como los catarros, las laringitis, las neumonías y también de las crisis asmáticas. Sin embargo no es imprescindible. A menudo vemos pacientes que solo presentan dificultad respiratoria y sensación de ahogo.

4. Si mi hijo tiene fiebre es que tiene que tener algo diferente a una crisis asmática. FALSO

Las causas de las crisis asmáticas son muy variadas. En invierno, coincidiendo con los típicos virus, estas crisis suelen presentarse con otros síntomas como la fiebre. Sin embargo, también podemos ver niños con crisis que no presenten fiebre.

5. Si mi hijo tiene crisis asmáticas tengo que tener un pulsioxímetro en casa para medirle el oxígeno y saber si tengo que ir al hospital. FALSO

La gravedad de una crisis asmática puede conocerse valorando la dificultad respiratoria. El «el tiraje»para respirar (cuando el niño marca las costillas o hunde el cuello) o el aumento de la frecuencia respiratoria son signos de dificultad respiratoria e indican la necesidad de tratamiento. No es necesario tener un pulsioxímetro en casa, si tu hijo no mejora la dificultad respiratoria a pesar del tratamiento es el momento de ir a ver al médico. Por ello es muy importante que los padres aprendan a valorar estos síntomas.

6. El salbutamol tiene muchos efectos secundarios. FALSO

El sabutamol es el broncodilatador más empleado en pediatría. Como todo medicamento tiene efectos secundarios, sobretodo, eleva la frecuencia cardíaca y pone a algunos niños un poco nerviosos. En ningún caso son lo suficientemente importantes como para rechazar o tener miedo a este medicamento.

7. Es mejor no dar el broncodilatador al niño para que el pediatra vea si tiene pitos o no y que él decida. FALSO

La mayoría de los niños con crisis asmáticas ya han tenido alguna previa. En estos casos, y siempre que los padres piensen que el niño está teniendo un nuevo episodio, se debe empezar con la medicación cuanto antes. No tiene sentido esperar a ver qué opina el pediatra ya que cuanto más tiempo pase más difícil será que el niño se recupere de la crisis con las medidas habituales. Tras la administración del broncodilatador ya habrá tiempo de acudir al médico.

8. Como mi hijo ya es mayor le puedo dar el broncodilatador sin cámara. FALSO

Está demostrado que los niños pequeños deben usar una cámara para utilizar el broncodilatador. Pero además, los niños mayores tampoco son capaces de realizar bien la técnica con estos dispositivos (conocidos como MDI, los típicos que hacen puuuff, directamente)Lo que si pueden hacer estos niños mayores es dejar de usar los sistemas MDI con cámara y pasarse a los sistemas de polvo seco como el Turbuhaler®. Será tu pediatra el que valore si tu hijo ya ha alcanzado la edad y la madurez suficiente para utilizarlos.

9. Es mejor un nebulizador domiciliario que usar el típico dispositivo con cámara. FALSO

No hay ningún estudio que haya demostrado que la nebulización con un dispositivo de aerosoles sea mejor que una cámara siempre y cuando ésta se haga de forma correcta. Además, éstas últimas son más fáciles de transportar y de utilizar fuera de casa.

10. Los corticoides orales son una medicación muy fuerte para una crisis asmática. FALSO

Tras los broncodilatadores, el siguiente escalón de medicación en caso de que no sea suficiente para controlar la crisis, son lo corticoides orales. Esto no hace que sean más o menos fuertes, simplemente son los medicamentos indicados.


Os dejamos por aquí los link a las hojas de padres de la SEUP sobre cómo utilizar las cámaras y el sistema Turbuhaler® (aquí y aquí).

Antibióticos: mitos y leyendas

Los antibióticos son uno de los grandes avances de la medicina del siglo XX. Cuando un niño tiene una infección por una bacteria, los pediatras le prescribimos un antibiótico porque estos fármacos curan este tipo de infecciones. Sin embargo, alrededor de ellos existen muchas creencias sin ninguna base científica, lo que provoca que sean carne de cañón para que los padres se confundan sobre cuáles son las indicaciones y para qué se usan.

Hoy en el blog  escribimos sobre los antibióticos desmintiendo todos esos mitos y leyendas instalados en la cultura popular.

1. Si mi hijo tiene «infección» necesita un antibiótico. FALSO

Las infecciones son enfermedades causadas por bacterias, virus, hongos o parásitos. De todas ellas, solo en las infecciones causadas por bacterias los antibióticos son efectivos, ya que no son medicinas diseñadas para combatir al resto de microorganismos.

2. Si mi hijo tiene una infección por una bacteria necesita un antibiótico. VERDADERO (A MEDIAS)

Como hemos dicho en el punto anterior, los antibióticos son fármacos que eliminan bacterias y por tanto son el tratamiento de estas enfermedades. Sin embargo, hay infecciones causadas por bacterias que se solucionan sin antibiótico como es el caso de la mayoría de las gastroenteritis causadas por bacterías.

3. Hasta que no le mandan antibiótico a mi hijo, no se le va la fiebre. FALSO

La fiebre es un síntoma más de infección como pueden ser los mocos o la diarrea. En el caso de que la fiebre sea síntoma de una infección bacteriana, ésta desaparecerá al iniciar el antibiótico, mientras que si se debe a una infección por un virus, la fiebre continuará pese a la toma de antibiótico. Este es el motivo por el que muchos niños que inician un tratamiento antibiótico sin una indicación correcta persisten con fiebre.

4. Cuando el moco se pone verde es el momento de tomar un antibiótico. FALSO

Los mocos son un síntoma habitual en las infecciones respiratorias causadas por virus (link). Durante estas infecciones el moco suele cambiar de color (primero trasparente, luego amarillo y por último verde). Estos cambios no indican que la infección esté evolucionando peor o que se necesite antibiótico, simplemente es el proceso habitual en este tipo de infecciones, generalmente autolimitadas.

5. No es necesario completar el tratamiento antibiótico entero si la fiebre desaparece rápido. FALSO

Los tratamientos antibióticos deben realizarse durante los días indicados y administrando las dosis a las horas pautadas. Detrás de esta recomendación hay muchos estudios en los que se han probado diferentes opciones (cinco días, una semana, diez días; cada 8 horas, cada 12 horas…) hasta encontrar cuál es la más adecuada para tratar cada tipo de infección.

Así que, cuando los pediatras decimos a los padres que tienen que darle un antibiótico cada 8 horas durante una semana a su hijo no es porque nos apetezca fastidiar la dinámica familiar, es así porque es lo que está indicado. Además, los tratamientos incompletos aumentan las resistencias de las bacterias a los antibióticos, lo que puede dar lugar a un grave problema de Salud Pública.

6. Da igual el tipo de infección que tenga mi hijo porque al final siempre me mandan amoxicilina. FALSO

La amoxicilina es un antibiótico excelente y en pediatría se emplea en muchas ocasiones. Sin embargo, cada tipo de bacteriana tiene su antibiótico de elección concreto. De esta forma, el médico, en función del diagnóstico que realice (otitis, amigdalitis, infección de orina…) decidirá cuál es la mejor opción y no tiene porqué ser siempre la amoxicilina.

7. Muy bien señor pediatra, pero yo creo que es mejor el antibiótico ese de 3 días. FALSO

Como acabamos de decir, cada tipo de infección bacteriana tiene su antibiótico de elección. Desconfía del pediatra que te mande «el antibiótico de tres días» cada vez que tu hijo tiene tos, mocos o fiebre.

8. Tomar mucho antibiótico es malo porque llega el momento en que el cuerpo se acostumbra y deja de ser efectivo. FALSO

El cuerpo no se «acostumbra» al antibiótico, de tal forma que si la bacteria para la que se manda un antibiótico es sensible, éste será efectivo. Lo que es malo es tomar mucho antibiótico cuando no está indicado, por ejemplo, para tratar un catarro provocado por un virus. En estos casos, las bacterias que están en nuestro cuerpo sin producir enfermedad (como portadores) pueden generar resistencias dando lugar a un grave problema como ya hemos dicho.

9. Si me tomo un antibiótico necesitaré un probiótico para proteger la flora intestinal de mi hijo. FALSO (A MEDIAS)

Como ya hablamos en un post anterior (link), los antibióticos pueden dar lugar a diarrea. Sin embargo, influyen muchos otros factores (tipo de antibiótico, tipo de paciente…) por lo que la decisión de dar o no un probiótico debe individualizarse y, en todo caso, emplear solo los que han demostrado ser eficaces.

10. Si mi hijo tiene los mismos síntomas que la otra vez que me mandaron antibiótico, ¿para qué voy a ir al pediatra?. Mejor me paso por la farmacia y que me lo vendan directamente. FALSO

Los antibióticos son fármacos que requieren de una prescripción médica (receta) para poder comprarlos en farmacias. Una de las causas por las que las resistencias antibióticas están en aumento es debido al mal empleo de antibióticos. Por ello, debe ser un médico el que decida si esos síntomas (completados con una historia y exploración física) se deben a una infección que requiere antibiótico y no a una experiencia pasada en la que se prescribió un antibiótico.

11. La dosis que ha calculado el pediatra está mal, mejor le doy a mío hijo lo que pone en el prospecto. FALSO

La dosis que debe recibir un niño de un antibiótico depende de el peso que tenga y la infección que se quiera tratar. Los prospectos de las medicinas no suelen tener en cuenta el peso, por lo que no es recomendable seguir sus indicaciones. Tu pediatra te dará unas indicaciones de qué dosis le debes dar a tu hijo y cada cuántas horas. Si crees que se ha podido equivocar, es mejor que se lo digas para que vuelva a hacer la cuenta (los pediatras somos humanos y también cometemos errores).

12. Como me han mandado 6,7 ml cada 8 horas y en la caja viene una cuchara de 5 ml, le daré a mi hijo un cucharada y media. FALSO

Como hemos dicho, las dosis están calculadas para cada niño en concreto. Si en la caja del antibiótico no viene una jeringa que te permita administrar la cantidad concreta de antibiótico, antes de irte de la farmacia compra una.


Y para acabar, os dejamos con un tuit muy instructivo de una compañera farmacéutica, Laura Gandía Cerdá (@LauraGandiaCerd). En él os explica claramente qué cosas hay que tener en cuenta antes de tomar una antibiótico.

Catarros y mocos: mitos y leyendas

Los catarros y los mocos. Los mocos y los catarros. Viejos conocidos de las consultas de pediatría y tan presentes en los niños pequeños que parece que hubieran nacido con ellos. La cultura popular ha creado muchos mitos y leyendas alrededor de este síntoma banal que no genera nada más que incomodidad a nuestros hijos.

En este post repasamos qué es un catarro y qué son los mocos desmontando sus mitos y leyendas.

1. Los catarros son consecuencia del frío. FALSO

Cierto es que los catarros suelen ocurrir principalmente en los meses fríos del año, sin embargo estos se producen por infecciones por virus. A los niños hay que abrigarles para que no pasen frío, pero no para que no se acatarren.

2. Mi hijo tiene muchos mocos, seguro que le va a salir un diente. FALSO

No hay ninguna base científica en esta afirmación. Ningún estudio de calidad ha conseguido demostrar que la salida de un diente produzca mucosidad nasal. Durante los primeros 2-3 años de vida de un niño salen un montón de dientes de leche por lo que es habitual que coincidan en el tiempo la salida de uno de ellos con un catarro que produzca moco.

3. Mi hijo no puede tener un catarro porque no tiene fiebre. FALSO

La fiebre es un síntoma más de infección. No es imprescindible tener fiebre para que un pediatra diagnostique a un niño de un catarro. Lo habitual es tener tos y mucosidad nasal, y en ocasiones algo de fiebre.

4. Mi hijo está muy enfermo, lleva con mocos varios meses. FALSO

La duración media de la mucosidad durante un catarro son unos 15-20 días. Si tenemos en cuenta que un niño de guardería se contagia de unos 10-12 al año (concentrados en el invierno) lo normal es que siempre esté con mocos.

5. A mi hijo le ha bajado el moco al pecho. FALSO

Las catarros no bajan la pecho, es decir, el moco no gotea por detrás de la garganta, accede a la traquea y llega al pulmón. Eso no ocurre así. Sin embargo, los virus que dan lugar a bronquitis y bronquiolitis empiezan siempre por un cuadro catarrral que con los días evoluciona. Durante estos días el virus que lo provoca va colonizando la vía aérea y al final llega al pulmón. Esa llegada del virus al pulmón es la que genera moco y no al revés.

6. Tengo que «sacarle» los mocos a mi hijo para que no le bajen al pecho. FALSO

Como ya hemos dicho, que se produzca una bronquitis depende de la capacidad de los virus de invadir la vía aérea inferior y no de lo frecuente que los padres limpien los mocos a sus hijos.

7. El moco de mi hijo se ha infectado porque ha cambiado de color a verde y/o amarillo. FALSO

Durante un catarro común el moco cambia y evoluciona de color. Al principio suele ser líquido y trasparente para en unos días hacerse espeso con un color amarillo o verde. Esto ocurre normalmente en cualquier catarro y no es un signo de que esté ocurriendo ninguna complicación.

8. Tengo que limpiar los mocos de mi hijo para que respire mejor. VERDADERO

La nariz  es la zona más estrecha de toda la vía aérea, además muchos niños no saben respirar por la boca. En caso de que los mocos taponen la mitad de la nariz entraría la mitad de aire al respirar. Por eso es muy importante limpiar la nariz de los niños.

9. La mejor forma de limpiar los mocos es con un «sacamocos». FALSO

Los lavados nasales son la forma más eficaz de limpiar la nariz. Para ello es necesario tener un poco de «mala leche» y hacerlo con fuerza, como si se limpiara una tubería. Los aspiradores de moco resultan poco eficaces ya que no llegan a la orofaringe (parte de atrás de la nariz, donde se junta con la garganta), además de ser poco higiénicos.

10. Para disminuir los catarros es bueno tomar vitaminas. FALSO

Una alimentación sana y normal aporta los nutrientes necesarios para que un niño se desarrolle y mantenga unos niveles de vitaminas adecuados. La toma «extra» de vitaminas no da lugar a que los niños se contagien menos.

11. Para que mi hijo tenga menos mocos le tengo que dar un mucolítico o un antihistaminico. FALSO

No existe ningún estudio científico de calidad que haya demostrado que tomando un jarabe de ningún tipo se tenga menos moco. Si existiera, los pediatras estaríamos encantados de mandarlo a nuestros pacientes. Hasta que alguien lo invente (y demuestre su eficacia) lo adecuado es la limpieza nasal y mantener bien hidratado al niño.

12. Voy a dejar de dar leche a mi hijo porque le produce mocos. FALSO

Este es quizá de los mitos más extendidos. La leche no produce mocos. Al igual que con los dientes, no existen estudios de calidad que hayan demostrado que esa afirmación sea correcta.


El copyright de a imagen de portada de este post pertenece a alterna bajo una licencia CC BY-NC-ND 2.0

Faringoamigdalitis aguda («anginas»): mitos y leyendas

La faringoamigdalitis aguda es la enfermedad que se conoce habitualemente como «anginas» y su causa suele ser infecciosa. Afecta a la faringe o como vosotros soléis decir, a la garganta. Es muy frecuente en niños aunque puede afectar a también a adultos. Los pediatras, tanto de atención primaria como de los servicios de Urgencias, estamos muy acostumbrados a tratar con ella.

En el post de hoy repasamos los aspectos más importantes de esta enfermedad a través de sus mitos y leyendas.

1. Si mi hijo no tiene «placas» es que no son anginas. FALSO

La faringoamigdalitis es la enfermedad que cursa con inflamación de la faringe y/o las amígdalas, generalmente de causa infecciosa. A nivel local podemos encontrar eritema, edema, exudados («placas»), úlceras o vesículas, pero ninguna de ellas es indispensable para el diagnóstico.

2. Las faringitis, amigdalitis y faringoamigdalitis son enfermedades distintas. FALSO

Estos tres términos son formas diferentes de llamar a la misma enfermedad. Además comparten las mismas causas y tratamientos, por lo que da igual cual de ellas usemos ya que nos estamos refiriendo a lo mismo. En lenguaje coloquial se conocen como «anginas».

3. Si mi hijo tiene faringoamigdalitis es culpa de una bacteria. FALSO

Como todas las infecciones en pediatría, éstas pueden estar causadas por virus o por bacterias. La bacteria que más frecuentemente causa esta infección se llama Streptococcus pyogenes (o betahemolítico) y es responsable de menos del 30% de los casos en global (35% de las faringoamigdalitis de niños de 3 a 13 años, en el 7% de los 2 a los 3 años, en el 4% de los menores de 2 años y excepcional en los menores de 18 meses). Por ello la cusa más frecuente de una faringoamigdalitis son los virus. Sin embargo, el objetivo del pediatra será diferenciar cuáles de ellas están causadas por esa bacteria.

4. Si me tose encima alguien con anginas es probable que me contagie. VERDADERO

La forma de trasmisión del Streptococcus pyogenes es a través de las gotitas que se forman cuando algún paciente habla, tose o estornuda. Es muy difícil contagiarse a través de algún objeto en el que haya caído alguna de estas bacterias como un pañuelo, la comida o el agua.

Respecto a los virus estos se trasmiten por gotitas pero también por contacto con las secreciones respiratorias del paciente.

5. Si mi hijo con anginas tiene fiebre alta la causa más probable será bacteriana. VERDADERO (A MEDIAS)

La gran mayoría de las veces es difícil diferenciar entre causa vírica y bacteriana basándonos solo en la clínica. Datos como la fiebre alta, el malestar general, la cefalea y la aparición brusca orienta hacia las bacterias mientras que la presencia de tos, mucosidad, afonía y diarrea son comunes en las faringoamigdalitis de origen vírico.

6. Es imprescindible hacer pruebas para confirmar la causa de las anginas. FALSO (A MEDIAS).

La mayoría de los pediatras nos basamos en la clínica y la exploración para orientar hacia que patógeno esta causando la faringoamidalitis del niño. En función de la sospecha mandaremos al paciente un tratamiento sintomático o, en le casos de sospechar la causa bacteriana, un antibiótico.

En determinados servicios está disponible un test rápido para Streptococcus (similar a una prueba de embarazo pero con secreción de la garganta) para confirmar la presencia de esta bacteria o recoger un cultivo faríngeo (frotis) del que obtendremos el resultado en unos días. La utilidad de estas pruebas es importante para poder prescribir antibióticos solo a los niños que lo necesiten.

7. Las complicaciones de las anginas bacterianas son muy frecuentes. FALSO

Existen complicaciones que se conocen como «supurativas» y dan lugar a la formación de abcesos (acúmulo de pus) en la garganta. Ocurren en el 1-2% de las faringoamigdalitis por Streptococcus que no han sido tratadas con antibiótico o que no completaron la pauta de días que se le prescribió.

Por otro lado existen las complicaciones «no supurativas» (sobre todo, fiebre reumática y glomerulonefritis postestreptocócica), son muy raras y se evitan también realizando el tratamiento antibiótico completo.

8. Si mi hijo necesita antibiótico para las anginas hay que darle un antibiótico muy potente. FALSO

Los antibióticos que se emplean para tratar cualquier infección causada por bacterias son los que cubren con menor espectro las bacterias que más probablemente cusan la infección, es decir se utiliza el antibiótico más específico para tratar a la bacteria que se sospecha.

En le caso de las faringoamidalitis se emplea la penicilina oral ya que el Streptococcus pyogenes es sensible a este antibiótico.

9. Aunque mi pediatra me mande 10 días de antibiótico, si la fiebre desparece rápido puedo darle menos días de tratamiento a mi hijo. FALSO

La recomendación actual es la de tratar las faringoamigdalitis durante 10 días ya que con esta pauta se consiguen las más altas tasas de erradicación del Streptococcus de la garganta. Debido a ello da igual que la respuesta al antibiótico haya sido muy buena, ya que debemos mantenerlo durante 10 días.

10. Si mi hijo tiene anginas no puede ir al colegio. FALSO (A MEDIAS)

En el caso de las faringoamigdalitis causadas por bacterias dejan de contagiar a las 24 horas tras haber comenzado con el antibiótico por lo que podrían ir al colegio después de un día de reposo en casa y siempre que haya desaparecido la fiebre. En el caso de que la etiología sea viral (las que no necesitan antibiótico) será suficiente esperar a que el niño este sin fiebre y se encuentre mejor.

11. Si mi hijo tiene muchas anginas hay que operarle. VERDADERO (A MEDIAS)

La cirugía de las amígdalas está indicada de forma arbitraria (es decir, sin una evidencia clara) en aquellos niños que han presentado más de 7 episodios confirmados de anginas por Streptococcus en un año, más de 5 en cada uno de los dos últimos años y más de 3 en cada uno de los tres años anteriores. En los niños en los que se ha realizado la cirugía se ha observado que tienen menos episodios comparado con los que se decidió no operar, sin embargo el beneficio de la cirugía no está todavía del todo claro.


La información de este post ha sido extraida del «Documento de consenso sobre el diagnóstico y tratamiento de la faringoamigdalitis aguda» de la Asociación Española de Pediatría publicado en 2011 y que actualmente (enero 2018) está en vigor. Puedes consultarlo en este Link.