Archivo de diciembre, 2017

Sospechosos habituales: la gripe

Todos los años, entre finales de diciembre y primeros de enero, comienza la temida epidemia de gripe estacional en el hemisferio norte. Durante unas 6 semanas, muchas personas, tanto niños como adultos, sufren esta enfermedad vírica que pone en jaque el aguante de padres, pediatras y médicos de adultos, convirtiéndose en uno de esos Sospechosos Habituales de las consultas en esta época del año.

Pese a que no es una enfermedad exclusiva de niños, la gripe es muy frecuente en la edad pediátrica, siendo ellos los que inicialmente padecen la enfermedad y luego se la trasmiten a los adultos, motivo por el que es importante repasar las claves de esta infección.

¿Quién provoca la gripe?

Esta infección está provocada por el virus Influenzae. Existen varios tipos de este virus, pero solo los del grupo A y B son capaces de provocar epidemias en humanos.

¿Quién padece la gripe?

Esta infección puede ser contraída por cualquier persona susceptible, tanto niños como adultos, aunque en general los individuos que más se contagian son más pequeños de la clase. Sin embargo, los niños menores de un año y los ancianos tiene más riesgo de hospitalización y complicaciones. Al final de una epidemia suele haberse contagiado en torno al 20% de la población.

Además, los virus que la provocan mutan ligeramente de año en año lo que no dejen una inmunidad permanente contra la infección, pudiéndose padecer todos los años.

¿Cómo se contrae la gripe?

El virus de la gripe se trasmite por vía aérea a través de partículas de aerosol que se producen al hablar, toser o estornudar, aunque también a través del contacto directo con secreciones respiratorias. Este es el motivo por el que esta infección sea tan contagiosa ya que no requiere de contacto físico entre personas para que el virus «salte» de una a otra. El periodo de incubación de la gripe es de 3-4 días y en general la epidemia comienza en los niños (guarderías y colegios) para luego trasmitirse a los adultos.

Para prevenirla, nada mejor que el lavado de manos, taparnos la boca al toser/estornudar con el codo y usar pañuelos de uno solo uso.

¿Qué síntomas produce?

A diferencia de lo que mucha gente piensa, la gripe no es un catarro u resfriado (donde predominan los síntomas respiratorios). La gripe se caracteriza por fiebre de aparición súbita junto con malestar general y debilidad, además suele acompañarse en menor grado de otros síntomas tos, mucosidad, dolor de cabeza o de garganta. Ocasionalmente pueden aparecer otros síntomas como vómitos, diarrea o dolor abdominal.

¿Cuanto dura la gripe?

El curso clínico es autolimitado resolviéndose la fiebre en torno a los 4-5 días. El malestar general y la tos puede prolongarse durante algunas semanas.

¿Como se diagnostica la gripe?

El diagnóstico suele ser clínico basándose en la historia clínica y la exploración física. En ocasiones se puede emplear un test que detecta el virus en las secreciones para tener la certeza de que el paciente tiene gripe, sin embargo suele estar solo en ambiente hospitalario. Así que no os sorprendáis si vuestro pediatra os dice esa frase que odias tanto: «esto lo que parece es un virus», sin haceros ninguna prueba.

¿La gripe tiene tratamiento?

El tratamiento es sintomático empleándose antipiréticos-analgésicos para la fiebre y los dolores. También debe aumentarse la ingesta de líquidos para evitar la deshidratación. Los médicos más clásicos suelen decir que «la gripe dura lo mismo con tratamiento que sin tratamiento», lo que hace referencia a que no existe una tratamiento curativo que sea totalmente efectivo.

En casos seleccionados se emplea algún antivírico. En concreto para la gripe existen 4 fármacos activos control el virus Influenzae: Oseltamivir,  Zanamavir, Amantidine y Rimantadina. En general se reservan para casos graves o para pacientes con factores de riesgo de desarrollar complicaciones. Deben iniciarse siempre en las primeras 48 horas del inicio de los síntomas.

¿Cueles son las complicaciones más habituales de la gripe?

La complicación más frecuente en el contexto de una gripe es una otitis media. Por ello ante la persistencia de la fiebre o el dolor de oído en un paciente con gripe deben ser revisado en consulta para descartar esta complicación.

Además la gripe predispone a exacerbaciones de cuadros respiratorios crónicos como asmaticos o fibrosis quísitica o agudos como neumonías o bronquitis. El resto de complicaciones extrapulmonares son más raras.

¿Existe una vacuna para la gripe?

Ya hemos explicado que la gripe se trata de una infección muy contagiosa, sin embargo existe una vacuna que puede prevenirla.

Entre epidemia y epidemia el virus de la gripe muta lo que provoca que la vacuna tenga que ser rediseñada cada año para que pueda prevenir la infección. Este es el motivo de que la campaña de vacunación se repita cada otoño dirigida a las personas en las que la vacunación contra la gripe está recomendada.

En los mayores de 8 años o aquellos que ya han recibido la vacuna en años anteriores basta con una solo dosis; por el contrario, en niños menores de 8 años o en aquellos que no se hayan vacunado nunca, deben administrase dos dosis separadas un mes. La inmunidad se consigue en torno a los 15 días de la vacunación. La vacuna no esta autorizada en menores de 6 meses.

¿Quién debe vacunarse de gripe?

La vacuna de la gripe debe administrarse según las recomendaciones del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría, en resumen: 1) Pacientes mayores de 6 meses con enfermedades crónicas y 2) Convivientes de pacientes con enfermedades crónicas. En la siguiente tabla se exponen las enfermedades en las que esta recomendada la vacunación. Puedes encontrar información más detallada sobre los grupos de riesgo en esta otra entrada sobre la vacunación de la gripe.

En caso de que tengas dudas sobre si deberían recibir tus hijos la vacuna de la gripe consulta con tu pediatra.

NOTA: la vacuna de la gripe también está recomendada en embarazadas, independiente de en qué mes de gestación se encuentren.

¿Desde cuándo puedo dar leche de vaca a mi hijo?

La Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de edad del bebé. Pasada esta edad los requerimientos de nutrientes de los niños no se cubren solo con leche por lo que debe iniciarse la diversificación alimentaria, manteniéndose la lactancia materna hasta los 2 años o más, siempre que el niño y la madre quieran.

Estas recomendaciones han sido asumidas por todas las sociedad científicas a nivel mundial incluyendo la Asociación Española de Pediatría a través del Comité de Lactancia Materna (Link). Sin embargo, algunas madres deciden dar menos tiempo el pecho a sus hijos y cambiar antes a otro tipo de leche, en general leche de vaca.

Muchas madres nos preguntan en la consulta de pediatría sobre qué tipo de leche de fórmula pueden dar a sus hijos y cuándo cambiar a leche entera. En el post de hoy te resolvemos las dudas sobre este tipo de productos alimentarios.

¿Qué son las leches de fórmula para bebés?

La leche es el principal alimento de un bebé hasta los 6 meses y una parte muy importante hasta el año de vida. Sin embargo, hasta esa edad, tanto el sistema digestivo como el sistema renal de los niños pequeños no está preparado para asumir la digestión de leche de vaca entera. Por ello, la industria farmacéutica pone a disposición de las madres o padres que hayan optado por no dar o suspender la lactancia materna a sus hijos antes de esta edad una serie de leches adaptadas para que alimenten lo mejor posible a estos niños.

La base de estos preparados lácteos (conocidos como «leche de fórmula») suele ser leche de vaca (también existe a base de leche de cabra) a la que se añaden o quitan diferente nutrientes para que se parezcan lo máximo posible a la leche humana. Uno de los nutrientes con los que están fortificadas estas fórmulas es con hierro debido a su bajo contenido en la leche de vaca, la cual no es capaz de cubrir por si sola las necesidades de los niños. Como os podéis imaginar, por muy conseguida que esté esa fórmula nunca conseguirá ser exactamente igual que la que toman los bebés lactados al pecho de sus madres.

¿Qué tipos de fórmula existen?

Debido a esa inmadurez del sistema digestivo y renal, las leches de fórmula se dividen en dos grandes grupos.

Las «leche de inicio» o tipo 1 es la que se recomienda desde el nacimiento hasta los 6 meses de vida, mientras que la «leche de continuación» o tipo 2 es aquella que cubriría las necesidades de un niño desde los 6 meses hasta el año de vida.

Además existe un tercer tipo de leche conocida como «leche de crecimiento» o tipo 3 que podría darse desde el año de vida en adelante.

¿Desde cuándo puedo dar leche de vaca entera a mi hijo?

La recomendación actual de la ESPGHAN (Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica) es la de no utilizar la leche de vaca entera como bebida principal de un niño por debajo de los 12 meses de vida. Sin embargo, a partir de los 9-10 meses, los niños son capaces de digerir sin problemas pequeñas cantidades de leche de vaca entera (por debajo del 30% del aporte total, lo que representaría el volumen de un yogur en un niño que tomara 500 ml de leche al día).

Muchos os preguntareis por qué existen entonces leches tipo 3, ya que con las recomendaciones actuales no son necesarias. Este tipo de leche son similares a la leche de vaca entera aunque suelen estar fortificadas de hierro, vitamina D y ácidos polinsaturados (PUFAs) entre otros. Quizá estas fórmulas estarían justificadas en niños muy mal comedores. Sin embargo, desde Dos Pediatras en Casa apostamos por enseñar a comer sano a los niños ya que la solución correcta pasa por ahí más que por suplementar las deficiencias de una dieta inadecuada.

Por otro lado, los niños que toman en leche de vaca en exceso (tanto de fórmula como entera) tienen ingestas excesivas de energía, proteínas y grasas, todas ellas relacionadas con obesidad, diabetes, hipertensión…. Además, estos niños suelen padecer anemia debido a la baja cantidad de hierro que acaban tomando. Por ello, nunca debería sustituirse una comida que un niño rechaza por un vaso de leche.


Estas recomendaciones que te hemos contado las hemos extraído del documento de posicionamiento de la ESPGHAN sobre la Alimentación Complementaria (que puedes consultar en este Link) y sobre las Formulas para Niños (en este otro Link), ambos están en ingles.

Consejos sobre Lactancia Materna: ¿Cómo reconozco si mi bebé quiere comer?

Antiguamente la lactancia materna se realizaba equivocadamente con unos horarios impuestos, es decir, cada cierto tiempo con un intervalo fijo. Sin embargo, se sabe ya desde hace años que los lactantes deben comer «a demanda», marcando ellos el ritmo de cuánto comer y con qué frecuencia.

Al igual que los niños mayores o los adultos, los bebés no tienen el mismo hambre en cada momento del día por lo que no debemos forzarles a comer llegada una hora concreta ni dejarles pasar hambre en caso de que nos reclamen una toma antes de lo que esperábamos.

Una duda frecuente de las mamás es cómo reconocer cuándo deben dar el pecho a sus hijos. En el post de hoy, dentro de nuestras sección Consejos sorbe Lactancia Materna, te explicamos cuales son las conductas habituales de un niño que ponen de manifiesto la proximidad de una toma.

Niño tranquilo, mamá tranquila

Si tu hijo esta plácidamente dormido no es necesario despertarle para darle el pecho.

Los instintos naturales de la raza humana ponen en alerta a las personas que necesitan comer y los lactantes no son diferentes. Por ello, puedes quedarte tranquila y aprovechar para descansar ya que si tu bebé sigue dormido es un signo inequívoco de que no tiene hambre. A medida que el niño se va haciendo más mayor, en ocasiones, no se dormirá entre toma y toma, sin embargo, las señales que a continuación te explicamos no varían mucho de un lactante pequeño a uno mayor.

Tengo hambre, el bebé se empieza a despertar

Cuando un bebé tiene hambre inicia unas conductas que se conocen como señales tempranas que nos tienen que poner en alerta. En general el niño se despierta y mueve las extremidades, abre la boca y girará la cabeza hacia los lados (reflejo de búsqueda). Si detectamos estos signos debemos ofrecerle pecho.

Tengo mucha hambre, señales intermedias

En caso de que el tiempo pase y no demos de comer al bebé, las señales aumentaran en intensidad. El niño se estirará, presentará movimientos de todo el cuerpo y se llevará las manos a la boca. Todavía estamos a tiempo de ofrecerle el pecho y hacer una toma.

Que alguien me haga caso!!, señales tardías

Finalmente, el bebé llora, se agita con intensidad y se pone colorado o congestionado. Debemos evitar llegar a este punto ya que estaremos llegando tarde. En caso de que esto ocurra tranquilizaremos al niño (cogerle en brazos, hablarle…) y después de ello ofreceremos la toma.

Y si mi hijo toma biberón, ¿tengo que hacer lo mismo?

Aunque esta sección esta destinada a Consejos sobre Lactancia Materna, es importante resaltar no hay diferencia entre la lactancia artificial y la materna. Los niños tienen el mismo hambre aunque coman biberón y las señales serán las mismas, por lo que el biberón también lo deberemos dar a demanda (tanto la cantidad como la frecuencia).

En la siguiente foto podéis ver una representación gráfica de las señales que os acabamos de contar.


En nuestro blog os hemos hablado en más de una ocasión de otro blog de una amiga pediatra que se llama Ademanda.org. Si estáis interesados en temas como el que hemos tratado hoy no dudéis en consultarlo: consejos prácticos de alimentación infantil y pediatría con mucho sentido común.

Regalos que NUNCA deberías hacer a un recién nacido

El nacimiento de un recién nacido suele generar un aluvión de regalos desde entorno familiar que es habitual que la gente que conocemos nos quiera agradar con algún presente que nos haga más llevadera la llegada de nuestro nuevo bebé. Pero, pese a la buena intención de nuestros allegados, en muchas ocasiones, recibimos regalos que resultan engorrosos y poco útiles que acabarán en un cajón o en la parte superior de un armario.

En nuestro trabajo diario como pediatras observamos como las habitaciones del hospital se llenan de nuevos objetos que en muchas ocasiones los padres miran desconcertados: » Y esto, ¿cómo se usa?», «¿Realmente necesitamos esto?». La buena intención de un amigo regalando algo que ha comprado con mucha ilusión no tiene porque traducirse en un buen regalo. Un recién nacido poco necesita a demás de la atención de sus padres, por lo que es mejor ser prudente y preguntar si quieren algo concreto.

«¿Y esto cómo se usa?, ¿realmente lo necesitamos?»

Pese a todo, existe muchos productos diseñados para bebés que generan la falsa creencia de que es necesario tener muchas cosas para recibir a nuestro futuro hijo de la mejor forma posible. Si estás pensando en regalar algo a un familiar o a un amigo te recomendamos la lectura de este post del blog Ademanda.org sobre qué regalar a un recién nacido. Por el contrario, nosotros hemos hecho una lista con los objetos que consideramos menos adecuados para regalar a un bebé recién nacido. Como verás muchos de ellos tienen una justificación médica, para el resto hemos aprendido con el paso del tiempo y la observación de nuestros pacientes e hijos de amigos que son totalmente innecesarios.

Un chupete

Tras el nacimiento del bebé y en los primeros días de vida ocurren un montón de cosas que ponen en riesgo que se establezca la lactancia materna. Si a un recién nacido que todavía está aprendiendo a mamar le ofrecemos un chupete puede que ocurra lo que se conoce como «confusión tetina-pezón», entorpeciendo que la lactancia materna se instaure de una forma eficaz. Por los mismos motivos no deberíais regalar biberones ni ningún otro producto de características similares.

En este link puedes leer más sobre las ventajas e inconvenientes del chupete a lo largo de la infancia.

Un peluche gigante

Puede que un peluche tan grande como un niño de 5 años resulte monismo al verlo en una tienda pero finalmente se convertirá en un objeto que estorba y coge polvo. Además, el bebé no lo necesita para nada. El primer día tras el nacimiento solemos verlo en un lugar privilegiado en la habitación del hospital pero con el paso de los días acaba en una esquina tirado por el suelo. Si esto ocurre antes de llegar a casa, lo normal es que sea relegado al trastero durante mucho, mucho tiempo.

Ropa inadecuada

Los bebés suelen salir del hospital con unas prendas que se conocen como de «primera puesta». Éstas suelen ser muy monas y con muchas puntillitas. Sin embargo, a un recién nacido hay que cambiarle unas 8-10 veces de ropa al día debido a los cambios de pañal o las regurgitaciones, por lo que lo recomendable es que utilicen ropa cómoda y algo holgada que se abroche por delante, preferiblemente con corchetes, y mejor si no se introduce por la cabeza. La ropa de «primera puesta» suele incumplir todas estas características además, suelen tener botones lo que lo complica más todavía. Es mejor dejar a los padres elegir la ropa de sus bebés a comprar algo que luego no usen o que se quede pequeño en 15 días.

Cojines antivuelco

Desde hace ya muchos años se recomienda que los niños menores de un año duerman boca arriba. Con ello se ha conseguido disminuir la muerte súbita del lactante. En un intento de evitar que el niño se gire se comercializan en el mercado unos sistemas que se colocan en los laterales del niño impidiendo que esto ocurra. Pese que este sistema parece una buena idea, los niños deben dormir con la cuna despejada ya que la existencia de cojines (u otros objetos como peluches o muñecos) pueden provocar la asfixia por atrapamiento bajo ellos. Además, si los ponemos de lado, les habremos hecho la mitad del camino para ponerse boca abajo.

En este link puedes encontrar un comunicado sobre el riesgo de sofocación de los cojines antivuelco de la Comisión para la Seguridad de los Productos de Consumo de EE.UU

Aspirador de mocos

La succión no controlada de la nariz, tanto de un recién nacido como de un bebé más mayor, no es la mejor forma de limpiar los mocos a un niño. En caso de un catarro es preferible el lavado nasal con suero fisiológico. Además, el aspirador de mocos resulta poco higiénico ya que la succión se genera con la boca de uno de los padres. Nosotros no conocemos a ningún pediatra con hijos que lo utilice y por supuesto nunca lo regalaríamos.

En este link de la pagina En Familia de la Asociación Española de Pediatría puedes leer más sobre los lavados nasales.

Termómetros modernos

El siglo XXI y la revolución tecnológica ha provocado que se diseñen nuevos dispositivos que son capaces de tomar la temperatura corporal en diferentes partes del cuerpo como por ejemplo la frente o el oído, sin embargo estos no son mejores que los termómetros digitales de axila, incluso en muchas ocasiones no toman bien la temperatura del niño (tanto por exceso como por defecto), además son 10-15 veces más caros.

Puedes leer más en este link sobre los tipos de termómetros.

Juguetes que hagan ruido o tengan luces

Un recién nacido no necesita un juguete que «le estimule». Estos bebés tan pequeños son muy sensibles al ruido o a los destellos de luz, los cuales pueden perturbar tanto sus cortos ciclos de sueño como sus rutinas. Ya habrá tiempo en unos meses para sonajeros u objetos similares pero por el momento es mejor no regalarles nada que pueda incomodarles.

Si quieres aprender más sobre cómo elegir el juguete de un niño visita este link.

Humidificador

Éste es otro objeto que la modernidad de los tiempos que corren ha convertido en un «imprescindible» para los padres, pero nada más lejos de la realidad. Cierto es que el ambiente con poca humedad puede resecar la vía aérea de nuestros hijos (nariz, garganta…) haciendo que los mocos sean más espesos pero esto no quiere decir que sea necesario tener un humidificador en el cuarto del bebé a todo trapo todo el día. Los padres tendrán que valorar si en la habitación donde dormirá el bebé hay suficiente humedad por si fuera necesario tomar alguna medida, por lo que es mejor dedicar nuestros esfuerzos a otro tipo de regalos.

En este linkde la web Familia y Salud de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria puedes leer más sobre el empleo del humidificador

Sistemas de monitorización

Los que ya hemos sido padres conocemos esa sensación de incertidumbre en los primeros días de vida de nuestros hijos: ¿puedo ducharme dejándole en la cuna unos minutos sin mirarle?, ¿estará respirando el bebé?… Otra vez la tecnología ha implementado sistemas para tener monitorizada la frecuencia cardíaca del bebé y la saturación de oxigeno. Esos sistemas existen en los hospitales y en ocasiones indicamos su uso en domicilio a niños enfermos (grandes prematuros que necesitan oxigeno, niños con enfermedades del corazón…), pero nunca los recomendaríamos para vigilar a niños sanos, de hecho está demostrado que estos aparatos no previenen ni disminuyen la muerte súbita del lactante. En el caso de que se lo regalarais a una madre primeriza le trasmitirías inseguridad y crearíais en ella la falsa necesidad de tener vigilado todo el rato a su bebé, así que mejor pensad en otra cosa.

En este link puedes leer más sobre cuáles son los factores de riesgo para la muerte súbita del lactante y que acciones podemos hacer para prevenirla (como viereis en ningún sitio pone monitorizar al niño).


Esta es una lista de las cosas que nosotros como pediatras y padres creemos que son objetos innecesarios para el cuidado de un recién nacido. En caso de que no sepas que regalar es mejor preguntar a los futuros padres si necesitan algo, incluso algunos prefieren juntar el regalo de varias personas para afrontar la compra de la silla del coche o el pago de algunas vacunas (ambos con un precio muy elevado).

¿Tengo que dar Vitamina D a mi hijo menor de 1 año?

En muchas ocasiones, las madres que ya han tenido más de un hijo nos preguntan al alta del hospital tras el nacimiento de un nuevo bebé si es necesario darle «las gotitas esas de vitaminas» que le dieron a sus otros hijos. En el post de hoy te contamos por qué es necesaria la suplementación de la alimentación en menores de un año con Vitamina D.

Toda la información que figura en este post ha sido extraída de las «Recomendaciones de ingesta de calcio y vitamina D: posicionamiento del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría» publicadas en 2012.

Vitamina D para unos huesos fuertes

Para explicar por qué es necesario suplementar con vitamina D la alimentación primero hay que entender para que sirve esta vitamina.

Su principal papel en el organismo es favorecer el balace positivo de calcio necesario para la mineralización de los huesos en formación y el desarrollo de la placa de crecimiento, es decir estimula el depósito del calcio que obtenemos de la dieta (principalmente de la leche) en los huesos para que crezcan.

En caso de que exista una deficiencia de vitamina D ocurre lo contrario, el calcio saldría de los huesos impidiéndose su correcto crecimiento dando lugar a lo que se conoce como raquitismo y osteomalacia.

Por tanto, esa pregunta que hacen muchas abuelas de si la vitamina D es para cerrar la fontanela de la cabeza no va muy desencaminada ya que la ausencia de cierre de ésta es un signo de raquitismo (junto con otros muchos).

Esta vitamina es importante sobre todo un niños pequeños ya que el primer año de vida es el periodo de la vida en el que más se crece y por tanto donde un déficit tendría graves consecuencias.

De dónde se extrae la Vitamina D

La Vitamina D llega a nuestro cuerpo de tres formas diferentes:

  • Exposición solar: la piel es capaz de sintetizar Vitamina D gracias a los rayos del sol, siendo además la principal fuente para el organismo. Sin embargo, para ello se requiere una exposición suficiente que a la larga podría dar lugar a problemas relacionados con la radiación solar (envejecimiento prematuro de la piel, cáncer de piel…).
  • De la dieta: pocos son los alimentos que contienen Vitamina D como los huevos, el pescado azul y el hígado. En general una alimentación equilibrada cubre las necesidades diarias de Vitamina D, sin embargo en niños pequeños que toman menos de un litro de leche al día no consiguen alcanzar ese objetivo.
  • De los suplementos: dado que la exposición solar y la alimentación normal no son suficientes para cubrir las necesidades de Vitamina D, existen alimentos enriquecidos con intención de alcanzar las recomendaciones diarias. Estos alimentos suplementados son principalmente la leche y los cereales. También existen preparados farmacéuticos de Vitamina D.

Y, ¿es necesaria en España?

Como hemos dicho antes, la exposición solar es él mecanismo por el que el cuerpo sintetiza Vitamina D. España está considerada un país muy luminoso, sin embargo, en invierno se tienen menos de 12 horas de luz directa y, además, ya hemos comentado que la exposición solar prolongada no está exenta de peligros.

Asimismo, no está recomendada la exposición solar directa de los niños menores de 6 meses y el empleo de crema de protección solar crea una película en la piel que impide en ambos casos que se forme la Vitamina D.

Esta es la explicación que lleva a concluir que es necesaria la suplementación a los niños menores de un año con Vitamina D.

¿Es necesario a todos los niños?

Es difícil establecer cuáles son las recomendaciones diarias ya que no existen unos niveles en sangre claros que se correlacionen con un estado de deficiencia de esta vitamina. Sin embargo existe un claro consenso de expertos, así como algunos ensayos clínicos, que recomiendan la suplementación en caso de lactantes amamantados al pecho o que no alcancen 1 litro de leche artificial al día.

Por tanto, la recomendación es clara: independientemente del tipo de alimentación que reciba el niño (lactancia materna, mixta o artificial), todos los menores de un año deben recibir suplementos de vitamina D, a menos que el lactante ingiera más de un litro de leche al día (lo cual no suele ocurrir durante el primer año de vida).

¿Cuánta vitamina D hay que tomar?

Los menores de un año deben recibir 400 unidades al día de vitamina D.

Este suplemento son las famosas gotitas de las que hablábamos al abrir el post. Existen muchos preparados comerciales y cada uno de ellos se prescribe de una forma diferente por lo que debes consultar a tu pediatra cuántas gotitas debes dar a tu hijo.

¿Desde y hasta cuándo deben tomar la vitamina D los niños?

Los suplementos deben tomarse durante todo el primer año del bebé, aunque normalmente se espera para iniciarlos a la primera visita al pediatra (en torno a los 15 días de vida ).

Después del primer cumpleaños las necesidades son de 600 unidades al día. Una dieta equilibrada es capaz de conseguirlo sin necesidad de suplementos por lo que los suplementos no son necesarios.

Por último, los padres que ya se las hayan dado a sus hijos en alguna ocasión sabrán que la vitamina D es un aceite. Por ello debe darse directamente en la boca (con una cuchara, una jeringa o un pipetero), ya que su administración en un vasito o dentro de un biberón haría que se quedaran pegadas a las paredes de éste.


Como hemos dicho estas son las recomendaciones de la Asociación Española de Pediatría y puedes consultaras en este Link, están basadas en las recomendaciones de la Asociación Americana de Pediatría y están suscritas por el Comité de Lactancia Materna de la AEP.

¿Por qué lloran los niños cuando van al pediatra?

¿Os habéis planteado por qué los niños lloran cuando van a Urgencias?. ¿Es el dolor de oído que tienen o el miedo a lo que pueda ocurrir?.

Desde nuestra experiencia como pediatras («los malos de la película») nos enfrentamos a diario a situaciones en las que atendemos a niños que lloran. Con el paso de los años hemos aprendido la importancia que tiene realizar un buen diagnóstico pero también el saber atender a un niño que llora intentando mitigar su dolor y el miedo que tiene a lo que está sucediendo.

En el post de hoy os contamos lo que tenéis que saber acerca de por qué los niños lloran cuando van al médico. Esperamos que tras su lectura contribuyáis a hacer más llevadera a vuestros hijos la experiencia de ir al pediatra.

El llanto

Los niños lloran como respuesta emocional a una experiencia o situación desagradable que no siempre tiene porqué ser dolor. Esta respuesta emocional depende del grado de desarrollo del niño y sus experiencias previas. Cuanto más pequeño, más probable es que llore ante una situación que le desconcierta. A medida que el niño crece y madura se desarrollan mecanismos psicológicos que permiten enfrentarse a esa situación que le genera angustia sin llorar (como haríamos los adultos).

La visita al pediatra, ya sea en Urgencias por una enfermedad aguda o en consulta para una revisión rutinaria, constituye una situación estresante para el niño que suele culminar con un berrinche durante la exploración. El miedo a lo desconocido (el niño no conoce en muchas ocasiones al médico que le va a atender ni sabe que es lo que le va a hacer) y las experiencias pasadas desagradables (vacunas, extracción de una analítica, exploración física, dentista…) junto con un entorno amenazante (frío, decoración escasa, poca ropa…) contribuyen a que nuestros pacientes sean incapaces de controlar sus emociones y acaben llorando agarrados a sus padres.

Hasta los 6-7 meses de edad es habitual que los niños no lloren durante la exploración ya que lo ven como un juego, incluso algo divertido. En caso de que algo les moleste (el frío de la habitación al quitarles la ropa, la exploración de los oídos o la garganta, agarrarles para medirles) empezarán a llorar. Pasados esos meses los niños se hacen más conscientes del entorno que les rodea y son capaces de detectar situaciones en las que se sientes agredidos antes de que sucedan. La edad más crítica se sitúa entre el año y los dos años de edad. Posteriormente el niño empieza será capaz de controlar sus emociones poco a poco, como hemos comentado, haciendo más agradable la visita al médico.

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Por tanto, los adultos tenemos que conocer que el llanto es algo normal y fisiológico. Una respuesta del organismo a una amenaza. De nada sirve decirles frases como «no te está haciendo nada» o «tu hermano nunca lloraba al venir al médico». Debemos dejar que los niños lloren aunque intentemos calmarlos, ya que en ocasiones es la única forma de que fluyan sus emociones.

¿Dolor o miedo?

El dolor es una sensación desagradable frente a una agresión que está sufriendo el cuerpo. Como hemos explicado, los niños suelen manifestar el dolor en forma de llanto a diferencia de los adultos en los que muchas veces somos capaces de aguantar el dolor sin tener una respuesta emocional como la de los niños.

Pero no es raro que ya incluso desde antes de la consulta los niños lloren. Muchos padres cuentan que los niños empiezan a llorar cuando les dicen que van a ir al pediatra antes de llegar al hospital. De forma similar vemos a pacientes que no presentan ninguna sintomatología y simplemente les estamos atendiendo para pesarles o medirles y acaban llorando en medio de la consulta.

Esto refleja que los niños no solo lloran en respuesta al dolor sino que el miedo a presentar dolor o a lo que pueda ocurrir es suficiente para desencadenar este tipo de emociones. Los adultos hemos desarrollado herramientas psicológicas basadas en nuestras experiencias previas que nos permiten afrontar esos miedos de forma serena, sin embargo los niños pequeños no son capaces de hacerlo. Pero además, tanto el dolor como el miedo son sentimientos individuales y no estandarizados, es decir, unos niños llorarán por una cosa mientras que otros permanecerán calmados.

Tanto el dolor como la ansiedad en los niños ha sido minusvalorada de forma histórica dándose por hecho que es normal que los niños lloren. Es normal que un niño llore al ir al médico por lo que ya hemos explicado, pero eso no quiere decir que no nos veamos obligados a tratar el dolor o intentar disminuir la ansiedad del proceso.

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El dolor siempre hay que tratarlo

No es ético ni moral permitir que un niño (ni ningún otro paciente) tenga dolor. De nada sirve hacer el mejor diagnóstico del mundo si no tratamos los síntomas que éste provoca.

Es responsabilidad tanto del pediatra como de los padres administrar un analgésico cuando el niño empiece a quejarse. El médico deberá valorar la intensidad del dolor para administrar al paciente un analgésico de potencia suficiente para mitigarlo. Antiguamente se creía que los analgésicos podían disimular o esconder síntomas importantes pero estudios recientes han demostrado que esto no es cierto. Por tanto, los padres deben atender el dolor de sus hijos desde el principio y administrar un analgésico incluso antes de acudir al médico, además es más fácil que éste desaparezca si se inicia pronto el tratamiento.

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¿Qué podemos hacer para disminuir el miedo?

Quizá esta sea la parte más importante. Como hemos dicho, muchos niños tienen más miedo que dolor, lo que hace si cabe más desagradable la experiencia de acudir al pediatra. Es evidente que un niño con una otitis o con un brazo roto tendrá dolor y debemos tratarlo, pero si somos capaces de disminuir el miedo con medidas no farmacológicas conseguiremos que la experiencia sea menos desagradable. Las medidas a adoptar deben ser realizadas tanto por los padres como por los médicos.

Los padres

Son las figuras de apego de los niños, en los que más confían. Por ello deben colaborar activamente en prevenir la ansiedad que les genera a los niños ir al pediatra. Una explicación clara y sencilla de por qué van al pediatra y de lo que seguramente les va a ocurrir es fundamental para que el niño afronte la visita más tranquilo.

Frases como «No te va a ocurrir nada» o » Solo vamos al médico para que vean a mamá» deben evitarse. Si un niño piensa que va al hospital a acompañar a su madre se sentirá traicionado y la experiencia cuando sea atendido será desastrosa. No se debe mentir a los niños ya que hacerles pensar que va a ocurrir algo diferente a lo que realmente va a ocurrir solo empeora las cosas.

Por el mismo motivo no debemos utilizar a los médicos como amenaza para conseguir que los niños hagan las cosas: «¡¡Si no te tomas el puré vamos al médico a te pinche el culo!!». Este tipo de frases solo aumentarán la ansiedad de los niños en caso de que tengan que acudir por otros motivos al hospital.

Los pediatras

Nosotros somos la otra pieza clave del proceso, esas personas de las que emanan todos los males que ocurren en el hospital para un niño. En definitiva: el enemigo. Sin embargo hay que darle la vuelta a la moneda e intentar que los niños no vean al pediatra como un ogro.

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Es nuestra responsabilidad adecuar el entorno en el que atendemos al niño para hacerlo más agradable (temperatura, decoración…). También, si los niños son lo suficientemente mayores, debemos explicarles lo que les vamos a hacer, incluso decirles que puede que les moleste o sientan dolor. Podemos dejar que cojan al fonendo o el otoscopio para que vean que esos aparatos no pinchan ni causan dolor.

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En niños pequeños debemos permitir que todas las exploraciones que sean posibles se realicen en presencia de los padres y si se puede en brazos de alguno de ellos. En lactantes pequeños que todavía toman lactancia materna incluso ofrecerles hacer una toma durante los procedimientos.

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En ciertas ocasiones será necesario recurrir a un juguete o a una canción que distraiga al niño (nunca en exceso para no abrumarle). Otras veces tendremos que contarles alguna historia fantástica de princesas y guerreros o de superhéroes y piratas, incluso preguntarles por la novia que todavía no tienen. Y es que, en la mayoría de los casos, los pediatras experimentados somos capaces de meternos al niño en el bolsillo y realizar una exploración sin que el niño llore a través de la calma y la paciencia. Incluso a veces se nos recompensa con un beso o un dibujo.


Por último os dejamos con un vídeo de YouTube en el que se ve a un médico poniendo una vacuna a un niño pequeño. Como otros muchos procedimientos es doloroso. Pero el buen hacer del doctor consigue que el llanto del pequeño sea muy corto: 1) viste sin bata, 2) permite que esté en brazos de sus padres, 3) le enseña lo que va a hacer antes del verdadero pinchazo y 4) una vez que le administra la vacuna le distrae para que cambie de pensamiento y se le pase pronto. (Nota: puede que Youtube te pida que te loguees para poder ver el video y que demuestres que tienes mas de 12 años).

Otitis media aguda: mitos y leyendas

Retomamos una de las secciones más populares del blog para hablaros hoy de una de las patologías más frecuentes en invierno, la otitis. La infección del oído medio es la primera causa de prescripción de antibióticos en pediatría, aunque no siempre son necesarios para resolver esta enfermedad.

Esperamos que después de la lectura del post despejemos las dudas más habituales y queden claros los conceptos más importantes sobre élla.

1. La causa principal de la otitis media aguda son las bacterias. VERDADERO

Como cualquier infección, ésta puede estar causada por virus o por bacterias, y la infección del oído no es una excepción. Sin embargo, la causa principal son las bacterias, en concreto el neumococo. La cronología de la otitis suele comenzar con una infección viral como un catarro en la que se acumula mucosidad en el oído medio (detrás del tímpano), lo que propicia que unos días después se produzca una sobreinfección por una bacteria.

2. Basta con que mi hijo tenga dolor de oído para diagnosticar una otitis. FALSO

El síntoma principal de una otitis es el dolor de oído, sin embargo, el diagnóstico se confirma al observar el tímpano abombado (por presentar mucosidad detrás de él) y rojo (por estar inflamado). Si el niño es mayor nos contará que le duele mientras que en niños pequeños se manifestará como irritabilidad y llanto.

3. Si el pediatra ve el tímpano rojo es porque mi hijo tiene una otitis. FALSO

Pese a que acabamos de decir que el tímpano suele ponerse rojo en las otitis es un signo que puede aparecer simplemente por el llanto en el momento de la exploración. Por ello de forma aislada no tiene mucho valor para diagnosticar una otitis.

4. Para tener una otitis hay que tener fiebre. FALSO

Como hemos dicho, la otitis se diagnostica por la presencia de dolor de oído y una exploración patológica. Por tanto la fiebre no es indispensable. Sin embargo es un síntoma que frecuentemente acompaña a la otitis, sobretodo en niños pequeños (por debajo de los dos años).

5. Si le toco la oreja a mi bebé y le duele es porque es una otitis. VERDADERO (A MEDIAS)

Lo que se conoce como signo del trago, apretar la parte delantera del conducto auditivo, puede ser un signo de otitis media aguda en niños pequeños en los que el conducto auditivo es cartilaginoso. En otras ocasiones este signo aparece en las otitis típicas del verano (otitis externas) en las que la infección se localiza en el conducto auditivo. Por ello, el signo del trago en una otitis media debe acompañarse de otra clínica como la irritabilidad y la visualización de un tímpano alterado. 

6. Si mi hijo tiene una otitis necesita una analítica para confirmarlo. FALSO

Las analíticas no son necesarias en las otitis porque la clínica y la exploración son suficientes para el diagnóstico. En casos muy concretos (niños muy pequeños por debajo de 3 meses o con complicaciones por una otitis) puede ser necesaria una analítica u otras pruebas como un scanner.

7. Si mi hijo tiene dolor de oído tengo que salir corriendo al hospital para que el pediatra lo vea antes de darle algun analgésico. FALSO

El dolor es un síntoma que siempre hay que tratar, ya sea por un dolor de oído o por otra causa. Pero además, un analgésico/antiinflamatorio como el ibuprofeno es la primera linea de tratamiento de las otitis. Por tanto, lo indicado es iniciar el tratamiento en casa para el dolor antes de acudir al médico.

8. Las otitis siempre se tratan con antibióticos. FALSO

Como hemos dicho la causa principal de las otitis son las bacterias, pero hasta el 80% de los casos se resuelven sin antibiótico de forma espontánea con un antiinflamatorio. La administración de antibióticos se reserva a niños pequeños (menores de dos años) o con otitis graves (fiebre alta, superación el oído, afectación de los dos oídos…).

9. Si el pediatra no me manda unas gotas para la otitis es que se equivoca. FALSO

El tratamiento de las otitis media aguda se realiza por vía oral con un antinflamatorio o con amoxiciliana a altas dosis (y en ocasiones con amoxicilina – ácido clavulánico) en el caso en el que se necesite antibiótico. Las gotas óticas puede emplearse en caso de otitis media aguda supurada junto al antibiótico vía oral pero nunca de forma aislada. Otros casos diferentes son las otitis externas (típicas del verano y las piscinas) en las que la causa es diferente y al estar la infección en el conducto del oído y no detrás del tímpano sí que se emplean tratamientos tópicos.


La información de este post ha sido extraída del «Documento de consenso sobre etiología, diagnóstico y tratamiento de la otitis media aguda» de la Asociación Española de Pediatría que puedes consultar en este Link.

El aseo en el recién nacido

Tras el alta hospitalaria después del nacimiento de un bebé, es muy habitual en nuestras consultas las preguntas de los padres tales como: ¿Cuándo puedo bañar a mi bebé?, ¿qué cremas necesita para el cuidado de su piel?, ¿cuándo puedo cortarle las uñas? o incluso sobre el uso de colonias y otros productos de perfumería. En el fondo, los cuidados de un bebé no varían de los que se hacían en el hospital, simplemente cambia la ausencia de supervisión directa del personal sanitario.

En el post de hoy intentamos resolveros todas las dudas sobre el aseo de vuestros más pequeños.

El momento del baño del recién nacido

No existe consenso sobre cuánto hay que bañar a un recién nacido. Es igual de bueno decidir hacerlo de forma diaria que cada dos días o incluso más. En España clásicamente se ha recomendado el baño a diario mientras que en otro países del norte de Europa (con climas más fríos) las recomendaciones son hacerlo cada cuatro o incluso seis días. Seguramente estos compartimientos y actitudes sobre el aseo responden a cuestiones culturales que poco tienen que ver con lo que realmente necesita un bebé. En un estudio publicado se observó que no había diferencias en problemas de la piel entre los niños que eran bañados a diario respecto a aquellos que lo hacían cada 6 días.

Por tanto, sois vosotros los que tenéis que decidir cada cuanto bañáis al recién nacido. Si el momento del baño supone un estrés tanto para el bebé como para los papás podéis evitar hacerlo a diario tranquilamente. Por el contrario, si es un momento agradable lo normal es hacerlo de forma diaria.

Lo que sí está claro es que la piel del recién nacido es más delicada. Por ello deben utilizarse jabones que suaves con pH neutro y sin detergentes. Los niños con piel atópica (problema que no suele aparecer antes de los 3 meses de edad) requerirán unos cuidados y productos específicos de la piel que tú pediatra podrá recomendarte.

Otra error frecuente es el no sumergir la tripa de los recién nacido para evitar que el cordón umbilical se moje. El problema no está en que el cordón se moje (de hecho es necesario para una buena limpieza del mismo como te comentamos en este otro post) sino que luego lo sequemos bien para que no se reblandezca.

Por último, antes de bañar al bebé debes comprobar la temperatura del agua (ideal entre 35 grados centígrados). No es imprescindible tener un termómetro para afinar tanto la temperatura simplemente comprobar el estado templado de la misma con la mano y ¡a disfrutar del baño!

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El cuidado de las uñas

Es habitual que los bebés nazcan con las uñas muy largas, a veces tanto que provocan pequeños arañazos en la cara. Esto lleva a los padres a una pregunta muy lógica: ¿desde cuándo pueden cortarle las uñas a mi hijo?.

No existe contraindicación formal en usar una tijera de punta roma para recortarlas. El problema surge en que la punta de las uñas de los recién nacidos suele estar pegada la piel del dedo, lo que provoca que en muchas ocasiones al utilizar la tijera se provoque una pequeña herida, la cuál puede infectarse. Una posibilidad alternativa a la tijera es usar una lima, pero suele ser muy difícil su uso ya que las uñas de un recién nacido son muy blandas (de hecho se desprende a veces con el roce).

Por tanto, lo mejor es aplicar el sentido común. Si tu hijo tiene las uñas échale un poco de paciencia y retrasa así hasta las tres o cuatro semanas de vida el empleo de la tijera (y recuerda, siempre cortarlas rectas).

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Cremas y cuidado de la piel

Durante todo el embarazo la piel de un recién nacido está en contacto directo con un ambiente húmedo (el líquido amniótico). Tras el parto, toda esa humedad desaparece para pasar a estar en contacto con un ambiente seco como es el aire.

Bajo estas circunstancias la piel del recién nacido tiende a secarse de forma natural, incluso se cuartea. Pasada la primera semana de vida, la piel del bebé suele haberse adaptado a la nueva situación pasando a ser una piel tersa y suave.

Por ello el uso de cremas en las primeros días de vida no es estrictamente necesario, ya que es normal que la piel esté seca. En el caso de que creas que esa sequedad es excesiva y hayas decidido emplear alguna crema, debes elegir una especial para bebés con el menor numero de irritantes posibles (parabenos, perfumes…).

Tampoco es necesario una crema especial para el área del pañal. En general, el cambio frecuente para evitar que la orina o las heces estén mucho tiempo en contacto con la piel es suficiente. En caso de que el área genital se ponga roja o irritada puede ser necesario el empleo de una pasta al agua (crema especial a base de vaselina y polvos de talco que aísla la piel de nuevas agresiones). En caso de que no mejore extremando las medidas de higiene debes consultar con tu pediatra.

Uso de colonia

El olfato es uno de los sentidos más desarrollados en el recién nacido junto al tacto, de hecho el bebé aprende el olor de su madre ya desde el útero. Es por ello que el empleo de colonias, aunque no esta prohibido ni desaconsejado, puede alterar el vínculo al perder el reconocimiento que realiza el bebé con su madre a través del olfato. De la misma manera, la madre no debería emplear el uso de perfumes de fuerte olor que interfieran en el reconocimiento madre-hijo.

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Queridos Reyes Magos: la regla de los cuatro regalos de la Navidad

Se acerca la Navidad y como todos los años los niños empiezan a pensar qué juguetes pedirán a los Reyes Magos o a Papá Noel. Lo normal es que aparezcan con una carta muy larga y nosotros, sus padres, en un afán de trasmitir lo mucho que les queremos consintamos que al final reciban montones de juguetes. Seguramente muchos más de los que necesitan.

Pero, ¿te has planteado alguna vez cuál es la cantidad de juguetes que deberían recibir tus hijos en Navidad?, ¿qué tipo de regalos son los que más les convienen? En el post de hoy escribimos sobre la regla de los cuatro regalos de Navidad y otros aspectos importantes en en estas fechas. La realidad es que aunque no hay una cantidad ideal de regalos, es evidente que la mayoría de los niños reciben más de lo que necesitan en estas fechas que se aproximan.

Empacho de juguetes

No es verdad que el niño que recibe muchos regalos sea un niño más feliz. Para que un niño disfrute de lo que le han traído los Reyes o Papá Noel tiene que ser capaz de procesar todas esas cosas nuevas y averiguar qué le aportan los nuevos juguetes. Los niños que reciben muchos regalos no centran su atención, están empachados de juguetes, se despistan y pierden la ilusión pese al esfuerzo de todos en intentar agradarles.

Lo normal es que finalmente seleccionen dos o tres regalos para jugar con ellos y los demás acaben en una estantería cogiendo polvo.

La sobreestimulación que reciben los niños en estas fechas con este empacho de juguetes al final provoca el efecto contrario al deseado: aburrimiento y apatía y, en otros muchos casos, frustración al no ser capaces de obtener lo que realmente quieren de cada regalo.

Los niños tienden a pedirlo todo, y si puede ser en este mismo momento en vez de esperar al 6 de enero, mejor. Pero nosotros como padres tenemos el deber de dirigir esa carta que escriben a los Reyes para que al final reciban una cantidad apropiada de regalos de buena calidad.

La regla de los cuatro regalos

Según los expertos, la cantidad ideal de regalos que un niño debe recibir en Navidad son cuatro. Ni más ni menos. Como podréis intuir es mejor apostar por la calidad que por la cantidad, pero además estos cuatro regalos deben de cumplir ciertos principios:

  • Alguna prenda: ropa, zapatos, complementos…
  • Algo que potencie el hábito de la lectura: libros, comics, juegos de letras, pinturas…
  • Algo que realmente quieran: aunque sea el juguete más comercial del mundo o la flauta que hace ruido y te da dolor de cabeza.
  • Algo que realmente necesiten.

Si sigues estas premisas acertarás seguro y conseguirás que tus hijos disfruten de verdad con los regalos navideños.

La Navidad es algo más que recibir regalos

Los niños son capaces de ver en estas fechas muchas más cosas que el simple hecho de recibir un regalo. La Navidad es la época perfecta para disfrutar en familia de muchos momentos: salir a ver la decoración de las calles, cantar villancicos, preparar las comidas de las fechas importantes…

Si haces partícipe a tus hijos de éllos, la experiencia de la Navidad será mucho más enriquecedora para ellos y potenciará otras áreas como la imaginación y la creatividad.

A veces lo mejor del regalo es lo de fuera

Por último, el juego estructurado, aquél en el que el niño utiliza un coche para hacer una carrera o una muñeca para jugar a los médicos está muy bien. Es un tipo de juego que potencia que los niños se centren en una actividad y aprendan a gestionar el tiempo y con ello el aburrimiento.

Por el contrario, el juego no estructurado es el que realiza el niño con cosas que tiene a su alcance para imaginar una actividad: una caja de cartón puede ser una nave espacial o un tubo de plástico una varita mágica. Este tipo de juego potencia la imaginación y la creatividad así como aspectos difíciles de explicar como la empatía, la colaboración o la perseverancia.

Así que no tires a las primeras de cambio los envoltorios de los regalos. Quizá mañana tu hijo descubra que quiere construir un castillo con unas cajas y defenderlo con un tubo de cartón.


Esperamos que el post de hoy os haya gustado. Sabemos lo difícil que es criar a un niño tanto por experiencia propia como por lo que nos cuentan los miles de padres con los que hemos tratado en estos años en la consulta.

Nosotros, Elena y Gonzalo, no somos más expertos que vosotros en la crianza de un niño, pero sí que vemos a muchos padres desesperados que no entienden por qué sus hijos no disfrutan del juego pese a los regalos que reciben. Un niño con muchos regalos es feliz el tiempo que tarda en abrirlos, mientras que aquel que juega con sus padres una tarde entera aunque no haya regalo de por medio se lleva un tesoro para toda la vida.