¿Por qué mi pediatra siempre dice que es un virus?

Pediatra

Fuente: Pixabay

Una de las frases más repetidas cuando los padres salen de la consulta del pediatra y llaman a los abuelos para dar noticias de cómo están los peques es la siguiente: «Nada, lo mismo de siempre, que es un virus…». Da igual por lo que hayan acudido al médico: diarrea, mocos, fiebre, tos, dolor de garganta, manchitas en la piel…, el diagnóstico (casi) siempre es el mismo: un virus.

Muchos padres dudan de este diagnóstico tan poco preciso, sobre todo cuando malinterpretan que, por ejemplo, tener fiebre alta o el moco verde tiene que deberse a una infección provocada por un microorganismo que necesita antibiótico, es decir a una bacteria.

En el post de hoy queremos contaros por qué casi siempre que un niño tiene una infección es por un virus y por tanto, el tratamiento será analgésicos, antipiréticos y muchos cuidados de mamá y papá mientras dura el proceso.

Empecemos por el principio… ¿qué es una infección?

Un error frecuente que comenten los padres es asociar la palabra «infección» con la necesidad de un tratamiento antibiótico, pero nada más lejos de la realidad.

Las infecciones son aquellas enfermedades que están provocadas por un microorganismo, ya sea éste una bacteria, un virus, un parásito o un hongo. Las dos últimas son poco habituales en pediatría, así que nos quedamos con dos tipos de bichos a tener en cuenta: los virus y las bacterias.

¿Y cómo se tratan los virus y las bacterias?

Por fortuna, las infecciones por virus en individuos sanos (incluidos los niños) no precisan tratamiento para que se resuelvan. Es decir, con un poco de paciencia y un tratamiento sintomático, el sistema inmune hará su trabajo y acabará con ellas en unos días. Por el contrario, la mayoría de las infecciones causadas por bacterias requiere de un tratamiento antibiótico para que sean eliminadas, de tal forma que hasta que no se inicia ese tratamiento el paciente no empieza a mejorar.

Parece que está claro, ¿no?. Si es un virus, tratamiento sintomático. Si es una bacteria, tratamos con antibiótico.

Bueno, vale, ¿y cómo diferencia el pediatra los virus de las bacterias?

Los síntomas y signos de las infecciones por virus y por bacterias son, en muchas ocasiones, muy similares. Aquí es donde entra en juego la probabilidad. Si, si, como lo habéis oído: la probabilidad.

Los pediatras sabemos que la gran mayoría de las infecciones de los niños están provocadas por virus. Al decir la gran mayoría, nos referimos a que cerca del 99% de las infecciones están provocadas por virus. Esto significa que, si no hiciéramos nada acertaríamos casi siempre al decir que lo que le pasa a vuestro hijo se debe a un virus y se va a curar solo.

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Sin embargo, ese 1% restante de infecciones, el que está provocado por bacterias, es lo suficientemente importante como para que vuestro pediatra, antes de deciros que lo que le pasa a vuestro hijo es por un virus, haga una buena historia clínica y una exploración física completa en busca de algún dato que le oriente definitivamente a que la infección está provocada por un virus o, por el contrario, todo se debe a una bacteria, lo que conllevaría un tratamiento antibiótico.

En algunas ocasiones encontraremos enfermedades provocadas por virus que tienen nombre propio, los sospechosos habituales a los que nos hemos referido con anterioridad en este blog. Sin embargo, cuando la infección se debe a un virus que no tiene nombre propio, el pediatra acabará diciendo a los padres que la infección que tiene su hijo «se debe a un virus», así a secas. Sin especificar. Un virus mondo y lirondo.

En esto de la probabilidad hay que hacer una salvedad, los niños más pequeños. En niños con fiebre menores de un mes, la probabilidad de una infección por una bacteria es muchisimo más alta, cercana al 20%. Este porcentaje asciende en los menores de una semana de vida hasta el 40%. Esto justifica que en caso de que un niño menor de 3 meses tenga fiebre sea remitido al hospital para realizar alguna prueba complementaria que arroje luz sobre esa probabilidad con la que trabajamos los pediatras.

¿Y por qué hay virus con nombre propio y otros son virus «a secas»?

El ser humano puede enfermar por muchos virus. Miles de virus podríamos decir. Algunos ejemplos son los enterovirus, el adenovirus, el metaneumovirus, el rotavirus, el virus respiratoria sincitial, el virus de la varicela, el virus del sarampión, el virus del herpes…. y así hasta rellenar una lista interminable.

Como decíamos más arriba, algunos de esos virus darán lugar a una enfermedad concreta reconocible por la historia clínica y la exploración. Por ejemplo, cuando un niño tiene fiebre y manchas en la piel vesiculosas en diferentes estadios hablamos de la varicela, la cual está provocada siempre por el virus de la varicela. Lo mismo ocurre con el herpes labial (sensación de quemazón en el labio con unas lesiones vesiculosas), en este caso, debidas solo al virus del herpes simple. En estos casos en los que la enfermedad es reconocible y tiene nombre propio, vuestro pediatra os dirá tiene tal enfermedad y se debe a este virus.

Sin embargo, la gran mayoría de los virus da lugar a enfermedades inespecíficas, es decir, enfermedades que pueden estar provocadas por muchos virus diferentes. Por ejemplo, fiebre, tos y mocos pueden estar causados por cientos de virus y vuestro pediatra, al hacer el diagnóstico, añadirá la mítica coletilla a la que nos referíamos al principio: «parece un catarro, será por un virus».

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En ocasiones la cosa cambia y al final, lo que al principio parecía un virus, acaba siendo una infección por una bacteria…

Muchos estaréis pensando que en alguna ocasión os han dicho que al principio la infección se debe a un virus pero con el paso de los días, el diagnóstico cambia y al final os dicen que no, que se debe a una bacteria y que hay que dar un antibiótico al niño.

Esto no significa que el pediatra que os vio al principio sea un mal profesional que no supo reconocer que vuestro hijo necesitaba antibiótico. Nada más lejos de la realidad. Lo que pasa es que las enfermedades de los niños no son fotos fijas con las que podemos acertar el 100% de lo que les pasa a vuestros hijos en la primera visita. Como me gusta decir, las enfermedades de los niños son películas y hay que verlas hasta el final para saber si la que empezaba como una película de indios y vaqueros acaba como tal o, por el contrario, se convierte en una película romántica.

Os pongo un ejemplo. Volvamos al niño con fiebre, tos y mocos. Asumamos que la exploración en el primer día de la fiebre es normal y en la historia no destaca nada especial. Lo probable es que se deba a un virus cualquiera que está provocando un simple catarro. Sin embargo, con el paso de los días, la fiebre persiste y al acudir de nuevo al pediatra, este escucha unos ruidos en el pecho y os acaba diagnosticando al niño de una neumonía, con la consecuente necesidad de iniciar un tratamiento antibiótico. Esto no significa que el diagnóstico inicial no fuera certero, significa que los síntomas iniciales de un catarro y una neumonía son iguales en la gran mayoría de los casos. Aplicando la «regla» de la probabilidad que os expliqué antes, lo prudente en la primera visita es diagnosticar al niño de un virus y seguir su evolución. En este caso, la película cambia y el paso de los días arroja nueva información que hacer cambiar el diagnóstico hacia el de nuemonía.

De todo esto se desprende una moraleja, a pesar de que lo másfrecuente cuando un niño tiene una infección es que esté provocada por un virus, debemos estar ojo avizor por si la cosa cambia y pasamos a ese pequeño porcentaje de infecciones que requieren antibiótico.


Para acabar, recuerda siempre los signos de alarma para acudir al médico incluso aunque te hayan dicho que la infección de tu hijo se debe a un virus: mal estado general, dificultad respiratoria, manchas en la piel, decaimiento, vómitos que impiden tomar líquidos…

Recuerdo que  en septiembre de 2021 echó a rodar «Sin Cita Previa», un podcast del que somos presentadores y que seguro que también te pude gustar. Puedes escucharlo en:

31 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser OlgaP

    Os voy a dar mi opinión como madre, desde el respeto más absoluto. Mi hijo, más o menos año y medio, no recuerdo bien, una tarde de repente se le llena el cuerpo de granos. Voy al centro de salud, al pediatra de urgencias, que me regaña porque mi médico es por la mañana. Me dice que es un virus, al día siguiente al niño le habían desaparecido las manchas. Días después, leyendo un artículo, resulta que es un efecto secundario de la triple vírica. A partir de ahí, ¿Cómo puedo yo no pensar que lo del virus es una excusa cuando no saben qué decir o pasan de interesarse más por tu hijo?

    02 octubre 2018 | 11:30 am

  2. Hola Olga!! Una cosa es decir que es un virus a todos lo que puedes ver y otra bien distinta es, después de hacer una buena historia clínica (en la que hubiéramos descubierto la vacunación de tu hijo) y una exploración, decir que lo más probable es que se deba a un virus. De todas formas, la triple vírica es una vacuna de virus vivos que como efecto secundario da lugar a unas manchitas muy similares a cualquier infección por un virus. Es imposible saber si se debe a una cosa u otra incluso dejando pasar un par de días. Lo que sí que no está justificado es que el pediatra te regañara. Un saludo y gracias por tu opinión 😉

    02 octubre 2018 | 11:52 am

  3. Dice ser Anónimo

    Me gustó mucho el artículo, de gran ayuda para los padres, pues siempre insisten en los antibióticos.

    02 octubre 2018 | 7:37 pm

  4. Dice ser marcela

    Muy buen articulo!! Mil gracias!! Soy abuela y me reconoci en el texto.

    03 octubre 2018 | 3:44 pm

  5. Muchas gracias a usted por leerlo 🙂

    03 octubre 2018 | 4:46 pm

  6. Dice ser Maria

    Buenas tardes!
    Soy residente de Pediatría y acabo de descubrir vuestro blog.
    Lo estoy cotilleando ahora y me encanta todo el contenido.
    Muchas gracias y un saludo.

    04 octubre 2018 | 2:37 pm

  7. A ti por leerlo!! Siempre puedes recomendárselo a los padres que veas!!

    04 octubre 2018 | 2:42 pm

  8. Dice ser Anónimo

    Excelente articulo

    05 octubre 2018 | 1:53 pm

  9. Dice ser Cris

    Me ha encantado! Yo soy médico de familia pero trabajo en la urgencia de un hospital comarcal y por tanto me toca ver peques también, me guardo alguna frase del artículo, muy útil y genial explicado 😉 un saludo y enhorabuena

    07 octubre 2018 | 4:19 pm

  10. Dice ser Anónimo

    Muy buen artículo, importante para aquellos padres con dudas. Así fomentamos el uso innecesario de antibióticos

    07 octubre 2018 | 5:37 pm

  11. Dice ser Ale

    Muy buen artículo, todo lo que uno como pediatra quiere transmitir a padres y cuidadores! 👍

    09 octubre 2018 | 11:32 am

  12. Dice ser Anónimo

    Me encantó. Soy madre de 4 (uno prematuro ycon discapacidad motriz leve ) y mi pediatra amiga me enseñó a ver las alarmas. No me gusta medicarlos a menos que sea necesario y aprendí a tener paciencia y ver cómo evoluciona. Estado general, hidratación y control. Muy buen artículo.

    09 octubre 2018 | 6:05 pm

  13. Dice ser Anónimo

    Soy Pediatra de atención primaria y UCIN. Me encantan vuestros artículos- Con tu permiso lo imprimo y lo pongo en el CAP para que lo puedan leer los Padres.

    04 noviembre 2018 | 12:10 pm

  14. Muchas gracias!! Un placer colaborar con los pediatras de AP 😉

    04 noviembre 2018 | 4:48 pm

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