Entradas etiquetadas como ‘cremas solares’

Cremas de protección solar para niños

Fuente: Pixabay

Fuente: Pixabay

Con la llegada del buen tiempo, una de las preocupaciones de los padres que tienen hijos pequeños es qué medidas deben tomar para protegerlos de los efectos dañinos de la radiación solar. Preguntas como qué crema deben elegir, el tipo de filtro, cada cuánto hay que volver a aplicarla o el factor de protección son habituales en las consultas de pediatría de atención primaria. En este post realizaremos un repaso sobre todo lo que debéis tener en cuenta a la hora de elegir un protector solar para los más pequeños de la casa.

¿Por qué los niños deben protegerse del sol?

Por todos es sabido que la radiación solar, tanto la tipo UVB como UVA, tiene efectos negativos sobre la salud, sobre todo envejecimiento cutáneo prematuro, quemaduras e hiperpigmentación, además de ser uno de los factores más relacionados con el cáncer de piel. Por este motivo, todas las personas, independientemente de lo oscura que sea su piel, deben protegerse aplicando diferentes mecanismos para disminuir la radiación que reciben a lo largo de los años. Esta recomendación, si cabe, es mucho más importante en los niños debido a que su organismo está en desarrollo y su piel es más sensible a los efectos dañinos que comentábamos. Para protegernos del sol podemos emplear varios mecanismos, desde evitar salir a la calle en las horas centrales del día o permanecer a la sombra, hasta utilizar ropa de manga larga y gorro (ya hablaremos un día de qué tipo de ropa es la más adecuada porque no toda vale) o emplear un protector solar en forma de crema o loción.

Tipos de filtros solares

Actualmente existen dos tipos de filtros solares. Los que reflejan la radiación y los que la absorben. Ambos mecanismos funcionan de forma similar, impidiendo que la radiación llegue a la piel y, por tanto, no ejerza sus efectos dañinos. En el mercado existen dos tipos de filtros: orgánicos (también llamados filtros químicos) y no orgánicos (llamados filtros físicos).

1. Filtros químicos u orgánicos

Estos filtros son protectores solares que absorben la radiación solar y la transforman en otro tipo de energía que no provoca daño en la piel. Son compuestos químicos diseñados en el laboratorio para absorber un tipo de radiación concreta: UVB o UVA. Existen muchos en el mercado, como por ejemplo los cinamatos, el octinoxante o las benzopenonas. Todos ellos presentan como ventaja que son estéticamente muy tolerables ya que no dejan la típica capa blanca cuando se aplican. Son filtros solares muy seguros aunque en un porcentaje pequeño (menos del 0,1%) pueden dar lugar a reacciones adversas como fotosensibilidad, alergias locales o dermatitis de contacto.

2. Filtros físicos o no orgánicos

En este caso reflejan la radiación solar, además de servir tanto para la radiación tipo UVB como UVA. Antiguamente eran muy poco estéticos ya que dejaban un capa blanca visible en la piel, pero el desarrollo de nuevos productos ha conseguido que casi no dejen marca después de ser aplicados. Los compuestos más utilizados como filtros físicos son el oxido de zinc y el dióxido de titanio. Presentan como ventaja frente a los filtros químicos que son más tolerables a nivel cutáneo ya que no provocan irritación local. Por este motivo, son los preferidos en niños pequeños.

3. Los protectores de “amplio espectro”

Debido a que muchos de los compuestos que se utilizan para fabricar un protector solar solo bloquean un tipo de radiación, la gran mayoría de las marcas comerciales fabrican cremas o lociones combinando varios de estos productos con el fin de conseguir una protección efectiva tanto para radiación UVB como UVA. Antiguamente esta combinación se conocía como «amplio espectro» (O broad spectrum), sin embargo, la nomenclatura actual ha cambiado. Actualmente la legislación internacional exige que figure en el envase el tipo de radiación contra la que protege la crema. En concreto, el SPF hace referencia al factor de protección frente a UVB. Si además en el envase aparecen las siglas UVA con un círculo rodeándolas, significa que ese producto ofrece al menos 1/3 de protección frente a esta radiación respecto al SPF (que es la recomendación actual de la Unión Europea).
Esta sería la nomenclatura actual para designar una crema de «amplio espectro».

¿Qué factor de protección elijo para mi hijo?

Una vez que hemos elegido el tipo de filtro que vamos a emplear, debemos fijarnos en el factor de protección o SPF. Al fin y al cabo esto revela cómo de concentrado está el tipo de filtro que contiene la crema y refleja la protección que nos aporta. Para que sea fácil de entender, sería la cantidad de veces que la piel esta protegida frente a no llevar crema. Es fácil de entender que cuanto mayor sea el SPF, mayor va a ser la protección ya que evita en mayor medida la llegada de la radiación a la piel. Tanto la Academia Americana de Pediatría como la Asociación Española de Pediatría recomiendan que en niños se empleen productos con una protección de al menos 30 SPF. Sin embargo, debido a que la cantidad de crema que suelen emplear los padres es escasa, podrían utilizarse cremas con 50 SPF para contrarrestar la poca crema que se suele aplicar a los niños. Por otro lado, no está demostrado que las cremas con 50+ SPF protejan más que las fabricadas «solo» con 50 SPF. Otra dato a tener en cuenta a la hora de elegir una crema para un niño es que debe ser “resistente al agua” (o water resistant) ya que garantizan que la protección se mantenga al menos durante los siguientes 40 minutos tras un baño en la piscina o en el mar. Las llamados «waterproof», protegen el doble de tiempo. En cuanto a el tipo de producto, es preferible el empleo de cremas o lociones frente a geles o sprays, ya que estos últimos contienen productos irritantes para la piel.

¿Qué cantidad de crema debo aplicar?

Se considera que un adulto está protegido contra el sol si emplea 30 ml de crema repartida por todo el cuerpo. Como os podéis imaginar, el cuerpo de un niño es más pequeño y, por tanto, la cantidad debe ser menor. Una buena regla para saber si lo estamos haciendo bien es aplicar la cantidad de una “cucharada” pequeña por cada parte del cuerpo como cara, cuello y brazos. Para el pecho, la espalda y piernas emplearemos dos cucharadas para cada lado. Es también importante recordar que la crema debe aplicarse 15-30 minutos antes de la exposición solar y repetirse cada 2 horas y siempre después del baño. Por último, recordad siempre echar crema en las orejas y el cuello, que suelen ser los lugares en donde más quemaduras solares se producen en niños. Otro lugar que no debe olvidarse son los labios, pero ojo, para estas localizaciones existen unos productos especiales. Y como producto cosmético que son las cremas de protección solar, una vez abiertas tienen un periodo de vida útil determinado (PAO, “period after opening”). Así que tendréis que ver qué cremas os sirven de un año para otro. Podéis comprobar cuál es si os fijáis en el numerito que hay dentro del icono con forma de bote de crema que hay en el envase del protector que hayáis comprado.
Ejemplos del PAO. La letra M significa meses.

¿Qué pasa con los niños menores de 6 meses?

Los pediatras solemos repetir como un mantra que los niños por debajo de los 6 meses no deben estar expuestos al sol. Esto se debe a que la barrera cutánea de estos niños es muy inmadura y los efectos del sol en esta edad son todavía más dañinos. Para evitar esta exposición al sol debemos emplear ropa de manga larga y gorro, así como permanecer a la sombra la mayor parte del tiempo. Además, debido a esta inmadurez, los efectos secundarios de los protectores solares son más frecuentes, motivo por el que no debemos emplear este tipo de productos de forma habitual por debajo de ésta edad. En el caso de que no pudiéramos evitar cierta exposición solar a un bebé menor de 6 meses, podemos emplear un protector solar con al menos 15 SPF en zonas pequeñas como la cara y las manos, eligiendo en primer lugar filtros no orgánicos por ser menos irritantes.

¿Y qué pasa con la vitamina D y las cremas solares?

La vitamina D es fundamental para el organismo y se sintetiza en la piel gracias a la exposición solar. En este sentido, muchos habréis leído que el empleo de cremas solares puede disminuir su síntesis. Sin embargo, esto solo ha sido demostrado en experimentos en laboratorios pero no existe ningún estudio de calidad en personas que haya confirmado que los protectores solares disminuyan la producción de la piel de vitamina D. Teniendo esto en cuenta y que, además, los padres pecamos en echar menos crema de la que deberíamos a nuestros hijos, no os volváis locos con si debéis dejar a vuestros hijos al sol 10 minutos cada día antes de aplicarles la crema. Seguro que con la cantidad de sol que reciben a diario es más que suficiente para sintetizar la vitamina D que necesitan cada día..

En resumen…

A la hora de elegir un protector solar de un niño debemos:
  • Elegir filtros de “amplio espectro”, preferiblemente filtros físicos/no orgánicos.
  • Elegir cremas con factor de protección de al menos 30 SPF.
  • Aplicar la crema de 15-30 minutos antes de la exposición solar en cantidad suficiente y repetir la operación cada 2 horas y después del baño.
  • Evitar al máximo la exposición solar en niños menores de 6 meses. Si no fuera posible, aplicar poca cantidad con al menos 15 SPF en zonas expuestas.

Fuente: Dos Pediatras en Casa G.O

Si te ha gustado lo que has leído, hemos publicado un libro con explicaciones sencillas y amenas sobre las cuestiones de salud más importantes de la infancia. Podéis adquirirlo en puntos de venta habituales o a través de los siguientes enlaces: Y por último, quien mejor te puede ayudar a elegir una crema para un niño es tu farmacéutico del barrio, ya que es quién mejor conoce este tipo de productos. En este directo de Instagram tenéis un resumen de todo lo que tenéis que sabe sobre protección solar en la infancia.