Vulvovaginitis: «A mi hija le pica la vulva»

«¡¡Mamáááá!! Me escuece al hacer pis….» ¿Cuántas de vosotras habéis oído esta frase de boca de vuestras hijas? Seguro que muchas. No en vano, este es uno de los motivos de consulta más frecuentes en pediatría en niñas en edad preescolar y escolar. Pero a diferencia de lo que muchas madres piensan, no siempre es debido a una infección de orina, sino que se trata de una vulvovaginitis: una irritación local de la zona genital. En este post te contamos en qué consiste una vulvovaginitis, como prevenirla y como tratarla.

¿En qué consiste una vulvovaginitis?

Una vulvovaginitis se caracteriza por la inflamación local de los genitales externos femeninos, tanto de la vulva como de la zona más externa de la vagina. Como sabréis, la vagina es una zona del cuerpo que está colonizada por bacterias que se mantienen en equilibrio con nuestro cuerpo. Sin embargo, ese equilibrio puede romperse al contaminarse con bacterias procedentes de la zona anal (bacterias provenientes del tubo digestivo) o de las vías respiratoria. En estos casos se produce la vulvovagintis con los síntomas que veremos más adelante. Esta enfermedad es el problema ginecológico más frecuentes en niñas antes de la pubertad, sobre todo entre los 2 y los 7 años, y no es raro que casi todas las niñas hayan padecido algún proceso de este tipo antes de llegar a la adolescencia.

¿Cuáles son los síntomas típicos?

Los síntomas de una vulvovaginitis son fáciles de deducir si os hacéis la imagen mental de unos genitales femeninos inflamados. Por un lado, a la inspección observaremos la zona más externa de la vagina (conocida como introito vulvar) eritematosa. Esa zona enrojecida puede extenderse hacia los labios menores y mayores, dependiendo del grado de afectación. Además, si la vagina está muy afectada, puede aumentar la cantidad de flujo y, en muchos casos, volverse maloliente. Como os podéis imaginar, hacer pis con esa zona inflamada no es plato de buen gusto, por lo que es muy frecuente que se asocie a escozor o sensación de quemazón al ir al baño, porque al fin y al cabo es como orinar sobre una herida o sobre la piel «en carne viva». Sin embargo, este último síntoma al que los pediatras llamamos «disuria» (dolor al orinar) no debe confundirnos y hacernos pensar que la niña sí o sí tiene una infección de orina, en la cual no aparece irritación de la zona genital y, además del escozor al hacer pis, las niñas suelen presentar otros síntomas como «nicturia» (ganas de orinar por la noche) y «poliaquiuria» (ganas de orinar con mucha frecuencia). Además de estos síntomas a los que llamamos en conjunto «síndrome miccional», es frecuente la aparición de fiebre en el caso de una infección de orina y que NUNCA esta presente en el caso de una vulvovaginitis.

¿Qué provoca una vulvovaginitis?

Como decíamos, la gran mayoría de las vulvovaginitis se producen por la contaminación de la zona por bacterias que no deberían estar ahí, sin que haya una en concreto que sea la responsable, sino que suelen ser varias a la vez. De hecho, en la mayoría de los casos no hace falta recoger ninguna muestra para llegar a un diagnóstico. Si os estáis preguntando cómo acaban las bacterias del tubo digestivo y de las vías respiratorias en los genitales de vuestras hijas basta con echarle un poco de imaginación. Porque, por muy limpia y pulcra que sea la niña, no olvidemos que esta enfermedad se produce frecuentemente por debajo de los 7 años, y con esa edad todavía no son autónomas al 100%. Es frecuente que sigan tocándolo todo (incluida su nariz), no se laven las manos antes de ir al baño (y después) y se limpien rápido y mal (de atrás a delante) cuando hacen caca o pis. ¿Entendéis ahora cómo llegan esas bacterias ahí, no? De todas formas, hay una serie de factores que propician que sean las niñas pequeñas las más afectadas por esta enfermedad y no las mujeres mayores:
  • La mucosa que envuelve la vagina antes de la pubertad está atrófica debido a la falta de hormonas femeninas. Esto produce que se defienda peor ante agresiones externas como las que se producen en una vulvovaginitis.
  • Además, el pH de dicha cavidad es alcalino, lo que también contribuye a una pobre defensa contra las infecciones locales.
  • Los genitales externos no están desarrollados antes de la pubertad (labios menores y mayores pequeños, ausencia de vello púbico…), lo que priva a la vagina de una protección anatómica que se desarrolla posteriormente.
  • En las niñas, el ano está muy cerca de la entrada de la vagina, otro factor que contribuye al paso de bacterias del tubo digestivo a esta zona y que se «modifica» con el crecimiento.
  • El empleo de jabones con perfume o irritantes puede ser el desencadenante inicial de una vulvovaginitis.
  • El empleo de ropa interior ajustada o que no transpira aumenta la humedad en la zona. Esto también puede ocurrir cuando no se cambia el bañador después de un baño y se deja mojado en contacto con los genitales de la niña durante mucho tiempo.
En los casos en los que el cuadro clínico no encaja del todo con una vulvovaginitis o no se soluciona al aplicar unas medidas estándar, habrá que sospechar otras causas menos frecuentes de vulvovaginitis, como por ejemplo que la niña se masturbe de forma reiterada(sí, las niñas de esta edad pueden hacerlo y muchas lo hacen…), la introducción de un cuerpo extraño en la vagina, las lombrices o los malos tratos/abusos sexuales.

¿Cómo se trata una vulvovaginitis?

A pesar de lo que muchas podéis pensar, aunque una vulvovaginitis es una enfermedad en la que «intervienen bacterias», rarísima vez hace falta recurrir a un tratamiento antibiótico (ya sea tópico u oral). En la mayoría de los casos basta con aplicar una serie de medidas de higiene para solucionar el problema.
  • Los lavados con suero fisiológico o con soluciones antisépticas dos o tres veces al día son el tratamiento estandar. También podéis emplear un jabón de «higiene intima» ya que están formulados para ofrecer una protección extra a la zona genital (ya sea de una niña o una adulta).
  • Evitar irritantes locales, como la limpieza de la zona con jabones con perfume o la ropa ajustada. Suele ser muy efectivo que las niñas usen braguitas de algodón, ya que es el tejido que más transpira. Si además estamos en verano, habrá que cambiar el bañador de la niñas después de un chapuzón en la piscina para no empeorar la situación.
  • También debemos recordar a las niñas que deben lavarse las manos antes y después de acudir al baño y que deben limpiarse de delante hacia atrás. En muchos casos y hasta que nos hayamos asegurado de que lo hacen correctamente, debemos supervisarlas de forma directa.
  • Para aquellas niñas que todavía usan pañal y que tienen la zona genital muy irritada es conveniente usar una crema estilo «pasta al agua» (las que son blancas y muy espesas) para aislar la zona. Si además contienen zinc o cobre, esto ayudará a que las lesiones de la piel se sequen antes.
En el caso de que con estas medidas no mejoren, debéis consultar con vuestro pediatra para que valore la posibilidad de que se trate de una vulvovaginitis por un germen concreto y no el crecimiento de una flora mixta. En estos casos sí que está justificado el tratamiento antibiótico dirigido.
Como habéis podido leer, la vulvovaginitis es una enfermedad frecuente durante la infancia de las niñas y antes de la pubertad. Se presenta con síntomas locales como el escozor al hacer pis o irritación de la zona. En la mayoría de los casos se resuelve extremando las medidas de higiene y utilizando algún antiséptico o jabón de higiene intima. En el caso de que no mejoren al cabo de unos días o se acompañen de otros síntomas como la fiebre debéis consultar con el pediatra. NOTA: En todos los años que llevo de pediatra he realizado cientos de consultas de este tipo y todavía no dejo de sorprenderme con los nombres que los padres y madres ponéis a los los genitales de las niñas. Os dejo por aquí unos ejemplos por si no se os ocurren y preferís utilizar otro nombre diferente a vulva: chichi, toto, pepote, culo de delante, la rajita, chumino, almejita, parrús, … ¡Qué rico es el lenguaje castellano! Desde aquí agradecemos la colaboración de nuestra amiga Verónica Bernabeu en la elección del título de este post y al reserch sobre los diferentes nombres que se le adjudican a los genitales externos de una niña.

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Bibliografía:

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