Cosas que dicen las abuelas que no son verdad: bulos de otro siglo…

Antes de empezar y de que más de uno se nos eche encima, queríamos dejar claro que sin el apoyo de los abuelos, muchos de los que tenemos hijos no podríamos llevar adelante la crianza y el cuidado de nuestros hijos. Vivimos en una sociedad en la que la presión laboral es altísima y poder contar con unas manos extras para ir a buscar a los niños al colegio, organizar los baños de la tarde cuando uno de los dos padres no está o, simplemente, dejarlos en su casa para poder descansar una tarde en pareja, es un salvavidas que muchos necesitamos.

Además, las abuelas (y también los abuelos…) son el modelo al que muchos miramos como ejemplo cuando nos hemos tenido que enfrentar por primera vez a un recién nacido, a la rabieta de un niño pequeño, a nuestro primer puré o a esas fiebres interminables durante los primeros meses de guardería. Sin embargo, muchas de las cosas que dicen las abuelas están basadas en la medicina que se hacía cuando ellas fueron madres por primera vez. Y no es que estén equivocadas o que aquella medicina no fuera la adecuada, es que la ciencia evoluciona y a día de hoy conocemos mejor los mecanismos de muchas enfermedades, lo que ha provocado que muchas de las recomendaciones de antaño hayan cambiado.

A pesar de todo, algunas de esas recomendaciones han perdurado hasta nuestros días y los pediatras nos tenemos que enfrentar a ellas a diario para desmontar mitos sobre tratamientos que realmente no funcionan o sobre situaciones fisiológicas que están mal interpretadas. En este post hemos resumido los bulos más comunes sobre salud infantil que han sido transmitidos de generación en generación y que escuchamos frecuentemente en Urgencias o en la consulta de pediatría.

«Tu leche no vale»

Existe la (falsa) creencia de que unas madres pueden producir una leche de menor calidad que otras. Y en muchas ocasiones esta creencia proviene de las abuelas, incluso es algo que oímos en la consulta con frases del estilo «yo no pude dar mucho el pecho porque mi leche era como agüilla» o «es que mi leche no era buena».

La época en al que las abuelas de hoy en día fueron madres coincidió con el boom de la industria farmacéutica en lo que a las fórmulas de leche artificial se refiere. En muchas ocasiones, habitualmente gracias al marketing de las empresas, se trasmitía la idea de que las leches de fórmula eran incluso mejores que la lactancia materna y muchas abandonaban la lactancia más pronto que tarde pensando que no estaban preparadas para ello. De hecho, muchas de estas abuelas desconocen aspectos muy básicos de la lactancia materna al haber alimentado a sus hijos con biberón casi desde el nacimento.

A día de hoy sabemos que la leche materna tiene las mismas calorías por mililitro entre unas madre u otras, por lo que podemos decir que todas las madres son igual de válidas para alimentar a sus hijos. Otra cosa es que la producción de leche no sea la óptima para un bebé concreto, debido en muchas ocasiones a mala técnica alimentaria, pero no es nada que no se pueda solucionar con un buen asesoramiento.

«Diez minutos por pecho cada 3 horas»

Antiguamente se recomendaba que el bebé comiera diez minutos de cada pecho cada 3 horas durante las primeras semanas de vida, ya que se creía que con eso era más que suficiente para que creciera y se desarrollara de manera adecuada. Así lo aprendieron las abuelas y se lo transmiten a sus hijas, creando el falso mito de que deben marcar unos horarios al bebé para comer.

Sin embargo, hoy sabemos que la lactancia materna (y también la artificial) debe darse a demanda. Es decir, el bebé debe decidir cada cuánto y qué cantidad come en cada toma. Además, desde el punto de vista de la fisiología de la lactancia, es mucho más adecuado que un bebé tome todo lo que quiera de un solo pecho, que solo un poco de ambos. Esto se debe a que la leche no es la misma a lo largo de toda la tetada (con más agua al principio y más grasa al final) y, además, si el pecho se vacía entero hay un mayor estímulo para la lactancia.

Podéis encontrar más información sobre lactancia materna en nuestra sección de consejos (link).

«Métele cereales al biberón para que el niño duerma más por la noche»

Otra creencia que ha llegado hasta nuestros días es aquella que dice que si a un bebé le das mucho de comer antes de la noche es más probable que aguante más horas durmiendo y que no se despierte a media noche reclamando otra toma.

Este es otro de los grandes mitos de la crianza ya que no hay ningún estudio que haya demostrado que aumentar la ingesta calórica en la toma previa a la noche haga que los niños duerman más y mejor. El sueño depende de la madurez del niño y no de lo que come, así que es mejor evitar esos biberones con un montón de cereales ya que solo estaremos sobrealimentado a nuestro hijo.

«Si hay fiebre, hay infección. Y si hay infección, hay que tratar con antibiótico»

Otra de las grandes creencias de las abuelas es que la fiebre se asocia a la necesidad de iniciar un tratamiento antibiótico. Y nada más lejos de la realidad.

Las infecciones son las enfermedades provocadas por microorganismos, sean estos virus, bacterias, hongos o parásitos. En ocasiones, esas infecciones irán acompañadas de fiebre. Sin embargo, la aparición de este síntoma no quiere decir que la infección esté provocada por una bacteria, que como ya sabéis es el único microorganismo que hay que tratar con antibiótico.

A día de hoy sabemos que la gran mayoría de las veces que un niño tiene fiebre se debe a una infección provocada por un virus, cerca del 99% de las veces, por lo que esos niños se curarán de su infección con un poco de paciencia y dejando pasar el tiempo sin necesidad de iniciar un tratamiento antibiótico.

«Es que tiene el moco verde, ya ha llegado el momento de empezar un antibiótico»

Y si las abuelas siguen pensando que cuando un niño tiene fiebre es porque necesita antibiótico, si los mocos se le ponen de color verde ya apaga y vámonos…

Antiguamente se asociaba esta condición, la de que el color de los mocos de un niño cambiara desde el transparente al amarillo y luego al verde, a que el catarro del pequeño de la familia se había complicado. Nada más lejos e la realidad. Es habitual que el color de los mocos cambie con el paso de los días como reflejo de que las defensas de nuestro cuerpo están actuando contra el virus que provoca ese catarro. Esto se debe a que los leucocitos, células del organismo que nos defienden de las infecciones, segregan unas sustancia que oxida el hierro haciendo que el moco cambie de color.

«Abriga al niño que se va a acatarrar»

No es raro ver a una madre acompañada de la abuela de los niños, con un bebé envuelto en siete y ocho capas de ropa, con una bufanda que da mil vueltas y un gorro calado hasta la cejas. La excusa para ello es que hace frío en la calle y no quieren que se acatarre.

Cierto es que la mayoría de los catarros ocurren en los meses fríos del año y que el propio frío puede provocar un poco de moqueo por irritación, pero nada que no se solucione al volver a la comodidad de nuestras casas. Sin embargo, para que haya un catarro hace falta que el niño se contagie de un virus y a estos microorganismos les da igual cómo de abrigada vaya su víctima. Así que no es necesario que abriguéis al niño en exceso, con que esté agustito es más que suficiente. Y por la misma regla de tres, los virus tampoco entran por los pies aunque el niño esté descalzo todo el día…

«La fiebre no le baja y eso no puede ser bueno»

Que los padres tienen miedo cuando los niños tienen fiebre es una realidad, de hecho, la gran mayoría de las consultas en Urgencias son por este motivo: el niño tiene fiebre. Y vete tú a saber por qué, una de las mayores preocupaciones de los padres en torno a la fiebre se refiere a que en ocasiones esos 39ºC no terminan de bajar del todo y piensan que es malo para el niño. Estamos convencidos de que esto se debe a que ésta ha sido más una creencia heredada de nuestros mayores, ya que no hay evidencia científica que la sustente.

Como os hemos contado más veces, la fiebre es un mecanismo de defensa contra las infecciones y el que no termine de bajar no significa que el proceso que sufre el niño sea peor. De hecho, la administración de un antitérmico va encaminada a mejorar el estado general del niño y su disconfort y no tanto el grado de temperatura que marca el termómetro.

«Lo mejor para la diarrea es la limonada alcalina con la receta de la abuelita o el Aquarius»

Las gastroenteritis son procesos infecciosos en los que predomina la diarrea y/o los vómitos. Esto da lugar a una pérdida tanto de electrolitos como de líquidos, la cual debemos compensar para que el paciente no se deshidrate.

La famosa «limonada alcalina» es un brebaje que intenta compensar esas pérdidas y que se fabrica en casa con agua, sal, bicarbonato, azúcar y limón en unas cantidades determinadas. Esta receta ha pasado de mano en mano, generación tras generación y ha llegado hasta nuestros días. Sin embargo, es muy fácil preparar la limonada sin acertar correctamente en las cantidades exactas de cada ingrediente, lo cual podría ser muy peligroso en el caso de que padezcamos una gastroenteritis y la consumamos.

Algo parecido pasa con el Aquarius o cualquier otra «bebida para derportistas». Estas están diseñadas para gente que hace deporte y contienen mucho azúcar y un poquito de sales.

Sin embargo, para una gastroenteritis, lo que está indicado es el consumo de suero hiposódico, una bebida especialmente diseñada para conseguir la rehidratación de pacientes enfermos y que no se parece en nada en su composición a las «bebidas para deportistas». Las podéis encontrar de venta en farmacias.

«Para la tos no hay nada mejor que una cebolla partida en la mesilla de noche»

De entre todos los remedios de la abuela que existen, quizá éste sea el más extendido. Seguramente muchos habréis probado las maravillas de la habitación de un niño oliendo a cebolla, incluso afirmaréis que funciona de maravilla. Sin embargo, este «tratamiento» para la tos no es más que otro mito ya que no se ha demostrado que funcione.

No existe ningún estudio científico (ni no científico) que haya probado su eficacia más allá de la experiencia personal de quienes han decidido emplearla y les ha «funcionado». De hecho, todas las publicaciones que existen en internet sobre la tos y el empleo de la cebolla para calmarla provienen de España. Qué raro que solo un país en todo el mundo la emplee si es tan buena, ¿no?

«La salida de los dientes provoca fiebre»

Hemos dejado para el final el mito más importante en pediatría. El Mito, con mayúsculas. Está tan extendido que ha traspasado generaciones y una gran mayoría de padres y madres jóvenes actuales también cree que es verdad. No hay día siendo pediatra que no escuches a una abuela curtida en mil batallas diciendo con algo de retintín que «el niño tiene fiebre, pero claro, es que le están saliendo los dientes»; y tú te callas y asientes porque no quieres perder diez minutos de tu tiempo con la abuela empoderada porque tienes la Urgencia con más de dos horas de espera y ya han caído un par de reclamaciones…

Pues bien, de nuevo, no hay ningún estudio que haya demostrado que la salida de los dientes provoque fiebre. De hecho, no existe ninguna explicación fisiológica para que esto ocurra. Sin embargo, cuando se realizan estudios sobre la salida de los dientes se ha observado que algunos cuidadores (en torno a un tercio) constatan que la temperatura de sus hijos se eleva un poco, unas décimas, pero no por encima de 38ºC (que es lo que se considera fiebre).

Como ya hemos contado en otras ocasiones, la salida de los dientes ocurre desde los 6 meses de vida hasta los 2 años (aproximadamente), época en al que la gran mayoría de los niños se contagia de un montón de infecciones banales que suelen cursar con fiebre. Por ello esa falsa impresión de que los dientes dan fiebre, cuando realmente está provocada por algún virus que se ha cruzado en el camino de nuestros hijos.


Y hasta aquí el repaso a esos mitos de otro siglo. Seguro que nos hemos dejado alguno en el tintero, así que no dudes en compartirlo con nosotros en los comentarios.

11 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser M Luz Burgos

    A ver, las abuelas de hoy día no venimos de la posguerra, sino de una sociedad desarrollada y con un sistema público de salud, con pediatras que nos marcaban como ley sacrosanta los 10 minutos por pecho y las tres horas entre tomas, más las siete nocturnas. Y a las que se nos explicaba la maravillosa fórmula de la limonada alcalina… Si será verdad que la ciencia evoluciona pero dejen de culpar a las abuelas…por cierto los abuelos como no se implicaban ..no dicen nada, así que son inocentes

    25 marzo 2019 | 10:13 pm

  2. Los abuelos también están implicados (está especificado en el texto) y en ningún momento se sales culpa, al único del texto se dice lo imprescindibles que son. Es obvio que lo que saben es lo que se les ha enseñado pero muchas veces nos cuesta convencerl@s de que, con lo que sabemos ahora, están en un error. Un saludo y gracias por compartir su opinión 😉

    25 marzo 2019 | 10:46 pm

  3. Dice ser Miguel Angel

    Intenté responder hace unos días, pero parece que el comentario no se envió.
    Es la segunda vez que leo en pocas semanas lo del mito de la cebolla, con la misma argumentación, que solo es una cosa que pasa en España y que no hay ningún estudio que lo acredite.
    Mi pregunta es: ¿Hay algún estudio que lo desacredite/refute ? Si es así, me gustaría leerlo, porque la no existencia de un estudio que acredite una cosa no implica que sea falso, cientificamente hablando.
    Creo que el método científico es plantear una hipotisis, desarrollar una serie de pruebas/experimentos sobre ese planteamiento y ver si se demuestra que la hipótesis se cumple o no.
    Por ahora existen un montón de testimonios afirmando que sí, pero no conozco ningun estudio cientifico que demuestre que sea falso.
    Yo no lo uso, pero como científico, me rechina mucho eso de que una cosa sea falsa porque no existe ningun estudio que lo demuestre y no poner enlaces a los posibles estudios que lo refuten.
    Un saludo.

    27 marzo 2019 | 9:41 am

  4. Hola Miguel Ángel!! Como bien dices, no existe ningún estudio ni a favor ni en contra, pero aceptar testimonios de gente que dice que le funciona como prueba de que algo es utilizado (sin que lo demuestren científicamente) es acercarse a las pseudociecias. Quizá funcione pero cuando se demuestre habrá llegado el momento de decirlo e incluso pautarlo. Un saludo y gracias por tu opinión!!

    27 marzo 2019 | 10:41 am

  5. Dice ser Elena

    Hola, soy una pediatra con más de 25 años de experiencia, y me ha sorprendido, no los “mitos” en tono simpático que comentais, pero sí que seais despectivos con la figura de la abuela ( abuela curtida en mil batallas,,niño envuelto en 7 capas de ropa porque lo dice la abuela….).Creo que deberíais hablar de “creencias antiguas” o “culturilla popular”. Las abuelas de hoy en día, si os fijais, vienen poco al pediatra, entre otras cosas, porque estan aún en edad laboral, o ocupándose de sus asuntos, y tienen todos estos “mitos” muy superados. Y las familias jóvenes tienen muchas otras fuentes de información.
    Un saludo!

    27 marzo 2019 | 2:48 pm

  6. Hola Elena, gracias por tu opinión. En ningún caso es despectivo, de hecho, en el inicio del texto se hace un alegato a la gran labor de los mayores en la ayuda de la crianza de los niños. Sin embargo, esa culturiza popular que comentas, en muchos casos, es transmitida de madres/padres a hijos y de ahí lo de las abuelas. En cualquier caso, apreciamos mucho tu comentario. Un saludo!!

    27 marzo 2019 | 2:54 pm

  7. Dice ser Fausto Huera

    Buen artículo. Gracias por despejar algunas dudas. Saludos desde Ecuador.

    27 marzo 2019 | 3:11 pm

  8. Dice ser Marta

    Hola!

    Me ha encantado el post pero hay una cosa en la que tengo dudas. Tengo entendido que el hecho de que te salgan los dientes es un dolor insoportable, entonces en el momento en el que al bebé le duele la boca, la encía está ardiendo porque se está rompiendo para que salga el diente, la sangre se concentra ahí, etc. No podría dar fiebre? Quiero decir, tus defensas están activas porque se va a abrir una barrera de tu cuerpo y la fiebre es un mecanismo de defensa, no me parece raro que también pueda dar fiebre a causa del dolor que estás padeciendo en ese momento, o hay algo en lo que me equivoco? Realmente me gustaría saberlo.

    Muchas gracias! 🙂

    08 junio 2019 | 8:35 pm

  9. Desde el punto de vista fisiológico, tal y como lo cuentas, no sucede así. Además ningún estudio ha demostrado que los dientes realmente duelan al salir, es una cosa que se presupone. Los mediadores inflamatorios que segregan los leucocitos en el contexto de una infección no son los mismos que se segregan por una inflamación no infecciosa. Un saludo!!

    08 junio 2019 | 8:46 pm

  10. Dice ser Marta

    Oh! Gracias! 🙂
    Si es que la mayoría de cosas que pensamos que sabemos son puro mito jeje.

    Muchas gracias por contestar porque me picaba la curiosidad 🙂

    09 junio 2019 | 10:01 pm

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